Lula desmiente tener cuentas en el exterior y denuncia chantaje

(PD/Agencias).- «Traspasó el límite de la podredumbre». Quien lo dice es Lula da Silva y se refiere a la revista brasileña Veja, la de mayor circulación en Brasil (todos los fines de semana coloca 1 millón de ejemplares en los quioscos). Lo que ha desatado la rabia presidencial fue un artículo del semanario donde se sugiere que Lula, varios de sus ministros y ex dirigentes del PT, tendrían cuentas en un paraíso fiscal.

Explica Eleonora Gosman en Clarín que para el gobierno brasileño, hay dos razones que justifican la «infamia». La clave, dicen en Brasilia, es que la campaña electoral entra al tramo más importante previo a los comicios, en octubre próximo. Veja, que desde fines de 2003 mantiene una relación conflictiva con Lula, acentuaría los «ataques» contra el oficialis mo para favorecer al candidato opositor, el socialdemócrata Geraldo Alkmin.

Pero el Palacio del Planalto (la casa de gobierno brasileña) ve también la mano «chantajista» del hombre que Veja menciona como su principal informante, el banquero Daniel Dantas, dueño del Opportunity.

Este financista, según la publicación, fue quien entregó la lista de los hombres con cuentas en el exterior donde figurarían, entre otros personajes, el ex ministro José Dirceu, el ex ministro Antonio Palocci, el Secretario de Comunicación Luiz Gushiken (Secom), el ministro de Justicia Márcio Thomaz Bastos y el ex director de la Policía Federal Paulo Lacerda.

Pero Dantas desmintió al semanario. En una entrevista de ayer con el diario Folha de Sao Paulo, el banquero dijo: «La revista Veja miente». Subrayó que nunca le pasó esa información y que no tiene idea de la presunta cuenta de Lula en el exterior.

Sin embargo, el gobierno no le dio crédito a la «excusa» y prepara una respuesta pesada: pedirá a la Policía Federal que se encargue de investigar el documento elaborado por el banquero para la revista paulista. Para ministros y colaboradores de Lula, el presidente fue blanco de acusaciones falsas y eso merece una acción policial exhaustiva.

Al banquero Dantas le sobrarían razones para pegarle al gobierno con este tipo de denuncia, aun cuando la misma no pueda ser comprobada, como admitió Veja. El empresario tiene un conflicto con el Citibank respecto al control accionario de una telefónica, la Brasil Telecom. Y el gobierno hasta ahora no fue favorable al banquero.

Según el semanario, Dantas acumuló mucha información sobre el gobierno, acudiendo a los servicios de Kroll, que hace dos años fue denunciada en Brasil por investigar llamados telefónicos de ministros y hasta del presidente brasileño.

La publicación nombra a dos personajes que habrían confeccionado la lista de los funcionarios de Lula con cuentas afuera: serían el ex ministro argentino José Luis Manzano y su amigo y socio Frank Holder, un ex agente de la CIA y ex titular de la multinacional privada del espionaje Kroll.

Al parecer, el espía norteamericano Holder habría pedido a Manzano que rastree las cuentas. Veja no vacila en descargar sobre el ex ministro una cuota de veneno: dice que en Argentina es «frecuentemente acusado de mantener un equipo de investigadores privados para chantajear enemigos».

En el artículo, se habla de una conversación con Manzano en Buenos Aires donde éste habría confirmado parte de la historia. Habría dicho, también, que fue «por un favor personal» hacia su amigo Holder y que en función de eso autorizó a su «equipo de hackers» (sic) a investigar.

La revista dice que hizo una pericia de la lista entregada por Manzano y admite que «el material presentó muchas inconsistencias», pero afirma que «ninguna fue suficiente como para eliminar por completo la posibilidad de que los papeles contengan datos verídicos». Manzano negó el supuesto espionaje.

Para el presidente la revista es «delictiva» y supera todos los límites. Al periodista lo califica de «delincuente, marginal y mentiroso». Lula insistió sobre esta publicación: «Vamos a ser francos.

Algunos periodistas ya hace un tiempo que merecen el Premio Nobel a la irresponsabilidad. Yo sólo puedo considerar eso (la denuncia) como un delito practicado por el periodista o por la revista. Eso no es periodismo. Sinceramente, es una liviandad, una grosería».

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