Medios de comunicación y democracia para hacer avanzar Iberoamérica

Miguel Pato (Periodista Digital)-. Ángel Soto Gamboa escribe en Diario Exterior un artículo en el que ahonda en la realidad democrática que las últimas décadas atenaza Iberoamérica. El autor del texto considera que democracias débiles, populismos y, en algunas ocasiones, dictaduras expresas “lo único que consiguieron ha sido frenar el desarrollo de nuestra región.”

En este contexto, Soto Gamboa destaca el papel que juegan, o que dejan jugar a los medios de comunicación.

Los populismos tienen en común con las dictaduras que ambas tienen una política de comunicación similar destinada a menospreciar el ejercicio del periodismo, es decir, restringen su libertad utilizándolo como arma política y construyendo «ejércitos mediáticos» al servicio de su causa.

Así, los mandatarios que encabezan estos movientos enarbolan un fuerte chantaje emocional a su pueblo al autoproclamarse “un gobierno popular que interpreta la voz del pueblo”. Con esta excusa con la que aplacan la ansiedad de su pueblo, el artículo de Diario Exterior explica cómo desde esta base se consigue vía libre para “poder fabricar una verdad, decretada como verdad única».

Los populismos analizan los medios de comunicación exclusivamente como un campo de batalla política y definen estrategias al estilo «batalla de las ideas», «ejércitos de periodistas», «combates de comunicación» o «terrorismo mediático», cargando el discurso de un sentido bélico que no deja espacio para la crítica libre, la oposición, la discrepancia y con ello la expresión libre de las ideas, cuestión propia de la democracia deliberativa.

Es decir, al igual que las dictaduras, construyen ejércitos mediáticos organizados en forma centralizada que poseen un discurso homogéneo destinado a fortalecer al caudillo que está en el poder.

Y cuando no es expresamente atacado, ya sea en forma directa o indirectamente, de manera física o verbal, la violencia implícita en el sistema genera autocensura y restringe en forma dramática la agenda sobre la cual el periodismo trabaja limitando así la calidad de la información que los ciudadanos reciben.

Informe

Ángel Soto Gamboa cita en su artículo un interesante trabajo realizado por el Centro para la Apertura y el Desarrollo de América Latina (CADAL), con sede en Buenos Aires (Argentina) que analiza y pone de relieve el desequilibrio que existe en aquellas latitudes entre libertad de expresión y periodismo.

«Indicadores de periodismo y democracia a nivel local en América Latina» muestra más allá de los clásicos países donde no hay o existen restricciones a la libertad de expresión, se destaca la situación de Venezuela como una de las peores zonas para ejercer la profesión de periodista.

Hay casos en México y Colombia en donde existen privados o son autoridades aisladas las que promueven las restricciones contra el libre ejercicio del periodismo. Sin embargo, en el caso venezolano el control viene desde el propio ejecutivo quien ha acorralado las posibilidades de crítica a su gestión a través de herramientas legales y administrativas que acosan a los medios que le son hostiles.

Es decir no existe la neutralización y el equilibrio entre los poderes tal como ocurre en una democracia, apareciendo como utópico pensar que pueda existir en ese país libertad de expresión y de prensa, cuestión que ha sido constatado por la propia reunión de la SIP celebrada a fines del 2005. En este país se ha ido construyendo ese ejército mediático del que se hablaba más arriba, que al mismo tiempo ha cooptado a los medios pequeños convirtiéndolos en clientes o promoviendo la creación de otros nuevos.

Gamboa, profesor en la Facultad de Comunicación de la Universidad de los Andes, destaca como ejemplo de los medios de comunicación tomados por los gobernantes al supuesto servicio del pueblo, el ya célebre programa del mandatario venezolano ¡Aló, presidente!

Este espacio, emitido en el canal estatal, muestra esa verdad, ofrecida como única en la Hugo Chávez “informa” y “responde” a las inquietudes de sus ciudadanos, al menos de las inquietudes que el presidente desea que cultiven.

Este investigador asociado de CADAL concluye que

Es de esperar entonces que, de cara a los procesos electorales que se avecinan en el vecindario, la preocupación de los analistas no sólo este centrada en los «ofertones electorales», las orientaciones de izquierda o derecha de los candidatos, o los indicadores de crecimiento económico y bienestar socioeconómico, sino que también, y principalmente, en los grados de libertad, tolerancia y responsabilidad que ellos defiendan y promuevan.

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