Ahora los ricos votan al PSOE y los pobres al PP

Ahora los ricos votan al PSOE y los pobres al PP

(PD).- Parece que el estatus clasista a la hora de votar, instaurado hasta ahora como «los pobres votan a la izquierda y los ricos a la derecha», está cambiando en el mundo capitalista. En las últimas elecciones estadounidenses, Kerry se mostró como alguien alejado del pueblo llano para hacerse con el voto de la clase pudiente, y la zona más pobre de EEUU votó mayoritariamente a Bush, y en España los partidos se han vuelto absolutamente interclasistas, según expertos en la materia.

En las últimas elecciones estadounidenses, John Kerry se confundió al pronunciar el nombre de la estrella del equipo de béisbol de su ciudad. Si en las campañas electorales cualquier equivocación tiene un precio, ésta parecía especialmente delicada, ya que venía a ratificar la imagen que la propaganda conservadora le estaba adjudicando, y según la cual Kerry era el candidato de los liberales intelectuales, de esas clases pudientes que viven en el entorno universitario. La clave consistía en mostrar a Kerry como alguien muy alejado del pueblo llano.

Y errores como ése ayudaban: imaginemos a un candidato español a la presidencia del Gobierno que no supiera quién son Raúl o Fernando Torres.

En EEUU los pobres con Bush y los ricos con Kerry

Según cuenta Esteban Hernández de ECD, el asunto afectó a la popularidad del candidato demócrata justo en el sector de población que tradicionalmente le pertenecía, el de las clases con menos recursos. Sin embargo, estas reacciones hay que entenderlas dentro de cambios más profundos que se están produciendo en la sociedad actual. Cambios que echan al traste teorías como esa que dice que los que poseen menos recursos prefieren un candidato más a la izquierda y quienes cuentan con un mejor estatus optan por la oferta conservadora.

Según Thomas Frank, autor del best seller político What’s the matter with Kansas – How the conservatives won the Heart of America (será publicado en España por Acuarela libros), debemos observar, a causa de las cuestiones culturales, la distribución electoral con otros ojos.

La zona más pobre de EEUU, los High Plains, votó mayoritariamente por George Bush, quien recogió allí hasta un 80% de papeletas favorables. En Kansas era posible ver numerosas pegatinas con el lema: «Un trabajador que apoya a los demócratas es como un pollo que apoya a Kentucky Fried Chicken». De hecho, los trabajadores blue collar blancos son uno de los apoyos más firmes que tiene el presidente conservador.

Voto de clase en España

¿Ocurre lo mismo en España? ¿Es verdad que los partidos de derechas buscan cada vez más el voto de las clases bajas y que los progresistas se están implantando en la clase media-alta?

Para Luis Pérez, analista demoscópico del PSOE:

«Puede que el retrato electoral esté comenzando a cambiar, pero todavía tiene el punto de partida del voto de clase. La población que tiene un componente industrial, joven, ‘proletario’ vota por los socialistas. Lo vemos en Madrid: los barrios con gente de más edad y clase social más elevada, como Salamanca, Chamberí, Retiro, etcétera, votan al PP en cerca del 70%. Sin embargo, el PSOE tiene su récord en un municipio más joven como Parla. Y es que España es uno de los países donde todavía conserva mayor densidad el voto de clase. En Francia o Inglaterra se difumina un poco, pero la tendencia sigue conservando su validez».

El secretario de Comunicación del PP, José Luis Ayllón, observa los acontecimientos de diferente modo: la influencia de la clase social en el voto es (y será) cada vez menor, también en nuestro país:

«Hace mucho tiempo que esto pasa. En realidad, hace años que los partidos españoles son absolutamente interclasistas. Y buena prueba de ello son las políticas que se desarrollan. En nuestro caso, las dos bajadas de impuestos que acometimos terminaron por beneficiar a los trabajadores y a los sectores sociales menos pudientes. Lo hicimos porque pensamos que dinamizaba mucho la economía, pero es una muestra de que los partidos no nos dirigimos sólo a un sector de población. Y nuestros votos tampoco tienen un origen social predeterminado. En EEUU esto lo tienen muy claro».

Cambian las costumbres a la hora de votar

El cambio en las costumbres de voto, según Thomas Frank, va íntimamente vinculado al ascenso de los asuntos culturales. Esto se puede comprobar en España, donde esta clase de asuntos ha sido en los últimos tiempos tan importantes como en EEUU. Las distintas concepciones del modelo territorial, la negociación con ETA, la educación, los derechos de los homosexuales, las células madre, etc, han marcado la actualidad política de los años del gobierno del PSOE, lo que ha llevando a una nueva composición y distribución de los sectores en los que es posible recoger votos. Si lo que importa son las cuestiones culturales, el estrato social ya no resulta tan relevante. Ni izquierdas ni derechas, ni ricos ni pobres.

Problemas territoriales, problemas materiales

Del mismo modo en que existe una división territorial muy marcada en EEUU, con un interior pro Bush y con ambas costas volcadas en el partido demócrata, aquí podemos ver cómo en los lugares donde la cuestión territorial es más importante (Cataluña o País Vasco en un sentido; Madrid, en otro) el voto también queda determinado también por ella. Mucho más que los problemas materiales, en los que la división política sí resultaba evidente entre quienes defendían las reformas liberales y quienes propugnaban la profundización en el Estado de Bienestar.

El problema de los valores, señala Ayllón, es que:

«Hace 25 años podía haber una lucha de posiciones políticas diferenciadas, pero en el momento en que cae el muro de Berlín ya sólo hay una clase de valores. Nuestros oponentes han tenido que construir valores nuevos porque la socialdemocracia también quedó enterrada bajo las piedras en el 89».

Luis Pérez reconoce la validez de esta clase de cuestiones, pero insiste en que:

«Son electoralmente utilizadas por el PP para afianzarse. La crispación es buena para ellos porque sirve al propósito de estabilizar a sus votantes, teniendo además una incidencia movilizadora en los sectores jóvenes, que es un segmento sociológico donde el PSOE resulta claramente mayoritario».

Más allá de la intención que cada cual atribuya al contendiente, ambos tienen perspectivas distintas de la validez electoral de esta clase de asuntos. Antes de las últimas elecciones, había sectores socialistas que creían en que la clave de la victoria estaba «en el barrio de Salamanca», es decir, en votantes de clase media alta y alta que buscaban una mejor gestión de los asuntos públicos. Lo que coincide, en buena medida, con la lectura realizada por el analista del PSOE sobre el perfil de los votantes de centro:

«Personas que se definen por su moderación y despolitización, por su interés en los asuntos cotidianos y por la búsqueda de una mejor gestión».

Según Luis Pérez, quien logre implantarse mejor en ese segmento tendrá muchas opciones de ganar las próximas elecciones:

«Esos son sectores esenciales hoy en día. Para llegar a ellos hay que escucharles, no manipularles y darles soluciones reales a sus demandas prácticas y realistas. Quien mejor haga ese trabajo tendrá mucho ganado».

José Luis Ayllón no está del todo seguro que las elecciones se ganen desde el centro, pues las últimas elecciones las ganó el voto de los sectores más radicales de la sociedad contra el PP y cree más en una apuesta sostenida «en los valores y en la firmeza». Desde su perspectiva, lo que dará el triunfo a una opción electoral:

«Es ser consecuente con unas ideas. Y saber mantenerse firme. Si en tu programa figura la disciplina presupuestaria, tendrás que hacer lo posible por mantenerla. Pero eso no significa que se busque la tensión. Es cierto que este momento es complicado, con asuntos como la negociación política con los terroristas o el modelo territorial, que generan muchísima tensión de por sí. Pero cuando esa etapa pase, que pasará, entraremos en fase de política propositiva, y ahí tendrán que verse los valores de cada cual».

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