Susana Mendoza (Periodista Digital).-Si antes lo normal era poner el número de teléfono en la pared del W.C. junto con algún comentario lascivo, ahora la nueva manera es hacerlo a través de Internet en páginas de contactos o entrando en el correo personal e incluso tiene ya un nombre, el cyberstalking, un fenómeno que llega a España y comienza a extenderse también por nuestras redes.
La traducción aproximada del término es más o menos «acoso cibernético» o “cibermerodeo” y el New York Times lo describe en un artículo en su edición de hoy, con el título de “Una siniestra red atrapa a las víctimas del ‘cyberstalking’”. En el artículo escrito por Tom Zeller se explica este nuevo fenómeno a través de una víctima, la señora Miller, que expone cómo ha tenido que quitar la placa de su dirección a la entrada de su casa y cambiar el número de teléfono y su dirección de correo cuando comenzó a recibir llamadas lascivas y varios hombres se presentaron en su casa.
La mujer, como explica Zeller, es una nueva víctima del cyberstalking, término que ya ha encontrado cabida en varias leyes de una docena de estados, en programas de testimonios y ya forma parte del lado siniestro de internet.
Como señala el autor del artículo:
Los legisladores se dieron cuenta alrededor de 1999 y comenzaron a elaborar leyes que hacen del cyberstalking un crimen. Hace tres meses, el presidente Bush firmó una ley federal contra el acoso cibernético. Pero los casos como el de la señora Millar dejan claro que el problema no es fácilmente legislable y demuestran lo devastador que puede llegar a ser para las personas estar atrapadas en su red.
Un perfil colgado en la página para adultos iwantu.com, mostraba el número de teléfono de Miller, su nombre completo y dirección junto con insinuaciones para que todos aquéllos interesados acudiesen a conocerla a su casa; el anuncio decía:
Mi nombre es E. Claire Miller […] Puedo hacerte muy feliz y dejarte muy satisfecho. Ven a mi visitarme a mi guarida del amor.
Zeller continúa diciendo que:
Es el equivalente a garabatear ‘para pasar un buen rato, llamar a Juanita’ en la pared del baño, pero el alcance de Internet ha hechos estas bromas – si es que así se las puede calificar – mucho más siniestras. Y el problema parece más que probable que tienda a crecer, avivado por la disponibilidad de datos personales en la res y el enorme crecimiento de las páginas de contactos y amistad.
Un abogado de WiredSafety.org, explica en el artículo que la mayoría de la gente no habla de este fenómeno y piensan que tendrán que vivir con él. Su empresa, que se dedica a patrullar la web y asisten a víctimas del acoso en Internet, cuenta con más de 9000 voluntarios.
Es bastante frecuente
Tom Zeller afirma que no hay ninguna estadística real acerca de este tipo de crimen, pero la directora de Trabajando para Parar el Abuso Online, Jayne Hitcock, afirma que es bastante común y que su grupo trabaja con más de cincuenta casos a la semana y reciben también solicitudes del FBI para ayudarles en sus investigaciones.
El último caso en atraer la opinión pública, fue el de un oficial de polcía, que como comenta Zeller, fue acusado de más de 197 cargos de acoso en la red e intrusión en la cuenta de correo de una mujer con la que se había estado viendo. Además accedió a la cuenta que la mujer tenía en Match.com y le envió “guiños” a una multitud de hombres.
Este fenómeno, aunque no en la misma proporción que en EEUU, también se está comenzando a dar en España, aunque aquí lo que predomina de momento es el pishing, conseguir la contraseña del usuario de un banco a través de correos fraudulentos. La pauta es la misma que en Norteamérica, y parece que lejos de disminuir, va a ser una práctica que tendremos que sufrir junto con las ventajas de internet.
