El ocaso de una estrella

El ocaso de una estrella

(PD).- Para morir, Whitney Houston ha elegido un lugar sin pretensión alguna: un suburbio de Atlanta conocido como Alpharetta, donde la transgresión máxima es el festival del tractor que se celebra cada año. La única diversión que hoy le queda a la actriz -tras una carrera llena de éxitos y récords- es llevar a su perro al peluquero, a unos pocos kilómetros de su mansión protegida por un bosque y oculta al mundo.

Escribe Riccardo Romani en Il Corriere della Sera que, entre esas paredes, según el testimonio de su cuñada Tina -que la visitó hace pocas semanas-, la ex reina del pop persigue puntillosamente su propia autodestrucción entre sobres de cocaína, polvo de crack esparcido por todas partes, camas sin hacer y ropa sin lavar.

«Estoy muy angustiada por Whitney y por su familia. Esa casa se encuentra en un estado preocupante y Whitney tiene que entrar cuanto antes a una clínica para un tratamiento de desintoxicación. Su estado es penoso. Temo lo peor».

Recientemente se pudo ver por un instante a la reina del pop -o a lo que queda de ella- frente a la clínica de belleza para perros. Más que una adicta a las drogas, Whitney Houston tiene el aspecto de un ama de casa desesperada.

Con gesto abrumado, vestida con un conjunto deportivo, baja rápidamente del auto con vidrios oscuros y no tiene ninguna voluntad de conversar.

“Déjeme en paz. Apártese de mi camino”

, reclama. Un guardaespaldas pide privacidad y la consigue.

La escueta versión de Whitney contradice a la de su cuñada.

«Lo único que quiero es hacer las cosas por mi cuenta y estoy trabajando en un nuevo disco. Mi cuñada sólo busca notoriedad».

Una notoriedad que a Tina le permitió ganar algunos dólares cuando vendió a la prensa sensacionalista algunas fotos que documentan el abismo en el que Whitney parece haberse precipitado: latas dispersas por todas partes, pipas para fumar drogas, la alfombra plagada de colillas de cigarrillos.

El crack sería hoy la verdadera obsesión de la estrella, curiosamente el más económico de todos los viajes artificiales posibles.

Es una de las tantas cosas que chocan con la imagen de una figura que desde el momento en que comenzó a cantar a los siete años junto a su tía, Dionne Warwick, en la iglesia de Newark (Nueva Jersey) ganó dinero con todo lo que se propuso.

Tres décadas después, Whitney llegó a firmar con Arista Records un contrato por 100 millones de dólares, cifra hasta allí jamás alcanzada por solista alguno en la industria discográfica.

Hoy, Whitney se encuentra atrincherada en un complejo residencial con custodia durante las 24 horas, ubicado a una hora de viaje al norte de Atlanta.

Sólo permanece junto a ella su esposo, el cantante Bobby Brown, que hace poco terminó de cumplir una condena en la cárcel, y su hija Kristina, de 13 años.

Hace menos de un año Whitney había dicho: “Quiero otro hijo. Con Bobby estamos haciendo todo lo posible”. Pero lo único que hicieron fue agarrarse a trompadas.

Houston comenzó a perder el equilibrio en 2000, cuando fue detenida en un aeropuerto por posesión de marihuana. Era sólo el comienzo. Tres años después, apareció junto a Diane Sawyer, la conductora de TV especializada en confesiones de famosos –allí acudió en su momento Hillary Clinton– para hablar de sus problemas matrimoniales y con las drogas.

Incapaz de mantenerse por sí sola en el escenario, lo que obligó a cancelar media docena de actuaciones a último momento, Whitney optó por exiliarse en Alpharetta, una población que en los últimos 15 años pasó de 3000 a 20.000 habitantes, casi todos nuevos ricos.

Junto con el matrimonio Brown se instalaron también allí P. Diddy y Ludacris, otros dos raperos de nombre, millonarios, además.

Vicki, la encargada de Pet Design, el lugar donde vimos a Whitney, dice que la cantante es una clienta ejemplar.

«Es una persona muy gentil, que no tiene nada que ver con la imagen de estrella entregada al vicio de la que hablan algunos medios. Sólo está un poco cansada».

Un abogado que dice llamarse Foreman, en cambio, afirma que Houston le estaría debiendo dinero a muchísima gente. Tina refuerza esos dichos:

«Whitney se jugó todo lo que tenía con los vendedores de drogas de Atlanta».

A todo esto hay que agregar las innumerables llamadas a la policía por denuncias de agresiones por parte del marido, un accidente vial casi incomprensible (Whitney chocó su Porsche contra un microómnibus) y frecuentes visitas a costosas clínicas especializadas en tratamientos de desintoxicación.

La última resultó inútil al decir del propio Brown:

«No bien salió, se puso a fumar crack de nuevo».

Kurtis Young, vocero de la policía local, reconoció que, desde su punto de vista, la mansión que habita la cantante es un “lugar extraño” y confirmó que al menos dos veces los agentes hallaron a Whitney con la cara hinchada. Young extiende los brazos, impotente.

Todo indica que salvar a Whitney sólo depende de Whitney.
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LA TRAYECTORIA

170 millones: son los discos que lleva vendidos en todo el mundo.

100 millones de dólares: fue el contrato que firmó con el sello Arista, récord para un artista solista.

37 millones de copias: fue lo que vendió la banda sonora del film “El guardaespaldas”, que incluye la versión del clásico de Dolly Parton “I Will Always Love You”.

27 canciones: fueron las que logró colocar en el Top 10 de los Estados Unidos y Gran Bretaña (11 de ellas llegaron al primer puesto).

4 películas: fueron las que contaron con su participación, entre 1992 y 1997: “El guardaespaldas”, “Esperando un respiro”, “La mujer del predicador” y “La Cenicienta”.

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