José Rosado (Periodista Digital).- Interesante artículo el que ha publicado este lunes el director adjunto de ABC, Eduardo San Martín acerca del éxito de The Economist. Si hace unas semanas se anunciaba el cambio de director, han sido varios los medios que han querido resaltar las claves del éxito de The Economist personalizado en la figura del hasta hace poco director del semanario, Bill Emmott, quien consiguiera superar el millón de ejemplares vendidos.
En su artículo, San Martín elogia principalmente la figura del antiguo director Bill Emmott, quien consiguió revocar la imagen de semanario “para minorías”, para convertirse en uno de las publicaciones más prestigiosas tras superar la barrera del millón de ejemplares.
No existen atajos en la conquista de la excelencia. Después de la Segunda Guerra Mundial, es decir, un siglo después de su fundación, The Economist seguía siendo una revista de minorías. Sólo entonces pasaría de los 18.000 a los 55.000 ejemplares, y no alcanzaría los 100.000 hasta 1970. Hoy, apenas 35 años más tarde, la revista vende un millón de ejemplares, cuenta con uno de los departamentos de publicaciones especializadas en Economía y Política Internacional más prestigiosos del mundo y constituye la referencia obligada del pensamiento liberal contemporáneo.
San Martín ha destacado las tres grandes virtudes de este semanario como son la audacia, al considerara que The Economist “se ha adelantado a su tiempo en asuntos que comportaban no pocos riesgos para una publicación del Reino Unido”; asimismo, recalca la falta de firmas en las informaciones, “escritores anónimos pero no periodistas cualesquiera” con ejemplos tan significativos como los políticos Asquito, Fitzgerald y Einaudi, que llegarían a ser primeros ministros.
Por último, el director adjunto de ABC ha subrayado la humildad de este semanario, “frente al virus de la soberbia que infecta a los periódicos de todo el mundo”.
O la que lleva a Emmott a explicar la posición de la revista favorable a la invasión de Irak con el gallardo argumento de que «incluso cuando se opta entre lo malo y lo peor, uno está obligado a elegir.
– Enlaces relacionados:
