De cuando izquierda era democracia

Les hablo de hace cuarenta años. Cuando éramos más jóvenes y, yo al menos, más inocentes. Cuando nos creíamos que después de Franco la honradez y la justicia solo podían venir de la izquierda. Cuando nos creíamos aquello de los “cien años de honradez” del PSOE y de las catacumbas y prisiones del Partido comunista. Antes de que el Partido Comunista desapareciese. Por inservible.

La izquierda representaba para muchos votantes de entonces la renovación, el cambio y el progreso. Pero también la democracia. Pura. Limpia. Y la honradez. Absoluta. La decencia total. Ya digo que éramos, yo al menos, jóvenes, idealistas, simples. Y crédulos, infantilmente crédulos, como ha quedado acreditado.

La izquierda significaba renovar una sociedad agotada, decadente, obsolescente. Y la aceptación sin subterfugios de reglas de comportamiento social honestas, limpias y puras. Inasequibles al desaliento, los que habían entregado su libertad durante el franquismo luchando por sus ideas habían demostrado unas cualidades de decencia política inquebrantables, merecían nuestra confianza. Para siempre.

Hoy aquella izquierda no es la de hoy. Ni nosotros somos los de aquella izquierda. España no es aquella España y la izquierda no encanta con sus cánticos a los votantes. Esa izquierda de la mayoría absoluta del PSOE pierde votos a chorros. Hoy la izquierda llama a la rebelión, a las barricadas, a las carreras, líos y alborotos para defender en las calles lo que no sabe conquistar en las urnas, llama a ir contra la democracia entonces. Hoy la izquierda que se compra casas de 600000 euros quiere defender al obrero rodeando los parlamentos que han salido de la voluntad popular. Si no gana la izquierda no es democracia, parecen decir. Y lloran en público con su alma destrozada porque el votante le niega el saludo en la vía pública, porque los votantes ya no se toman el aperitivo con ellos, porque se cambian de acera para no encontrárselos en el camino.

Y la izquierda, en vez de hacer examen de conciencia, autocrítica y reflexionar sobre sus errores se niega a aceptar los resultados democráticos. Democracia eres tú solo si gano yo. ¿Qué nombre dar a los que no aceptan los resultados democráticos? ¿Cómo de extremistas son, cuánto tienen de intolerantes, de “fascistas”, cuánto en realidad tienen de leninistas? Y se llaman “izquierda antifascista”. Cojofenomenal, oiga.

¿Por qué esa “extrema derecha” ha aceptado durante años su irrelevancia política, su insignificancia y su marginación y sigue siendo “extrema derecha” y “fascista”? ¿Por qué la izquierda que llama a tomar las calles y a rodear el Parlamento es democrática? Quizá porque por algún motivo, para gobernar España es lícito apoyarse en quienes asesinaban socialistas, es sabido que los asesinos y sus amigos son demócratas de toda la vida, pero no es lícito ni ético ni democrático gobernar Andalucía con los votos de la “extrema derecha”.

El partido comunista desapareció por inservible. En toda Europa. Que sigan rodeando parlamentos, que sigan protestando contra los resultados democráticos.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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