La mierda de ser español

Netflix, la conocida plataforma de televisión de pago, promociona una de sus películas con carteles en los que humilla y ofende a España. En Euzkadi lo hace al lado demdonde cayeron varias víctimas de ETA. Nadie, ni instituciones oficiales ni privadas ni ninguna persona de manera individual, ha protestado, reclamado o denunciado. Parece que a los españoles nos da igual, no nos sentimos aludidos o nuestro nivel de indignidad es tan alto que nos aguantamos, bajamos la cabeza y seguimos adelante. ¿Alguien es capaz de imaginar una escena igual en Francia?

Carlos Arguiñano, el cocinero de los chistes ramplones, además de haber aceptado el chantaje de ETA apoya el referéndum dictatorial de los secesionistas de Cataluña. Sin embargo tiene decenas de miles de seguidores allá donde vaya con sus cámaras y sus platos. A los españoles no parece afectarles, son devotos suyos y se congregan ante sus apariciones como si nada pasara, sin ningún síntoma de rechazo. ¿Se imaginan a los telespectadores franceses en un caso semejante? ¿Callarían? ¿Serían sus seguidores con indiferencia de las ofensas que dirigiera a la patria? ¿Qué televisión emitiría sus programas en Grecia?

Los independentistas catalanes ofenden a diario no solo a la democracia, a la libertad y a la ley, sino que de sus palabras surgen siempre insultos y menosprecios a España. Sin embargo son elegidos por muchos votantes españoles. Colau, la alcaldesa de Barcelona, en un giro propio de personajes de ciencia ficción, apoya a los alcaldes antiespañoles que se saltan las leyes democráticas en vez de apoyar a los alcaldes españoles que son perseguidos y estigmatizados por fanáticos “demócratas” de la CUP.

El F. C. Barcelona que apoya el secesionismo, que ofende a los españoles cada vez que se le presenta una ocasión oportuna, que insulta a la bandera de España, que suprime su idioma en las reuniones de sus peñas, tiene a pesa de ello miles y miles de seguidores por toda España a los que no importa la labor ofensiva y grotesca de su club.

Son solo unos ejemplos de los últimos tiempos. A los españoles no nos duele que nos insulten. O no nos importa. O nos creemos merecedores de tanta y tan seguida ofensa. O somos estúpidamente estoicos. ¿No convendría, también en esto, que fuésemos un poco más europeos? ¿Nadie se rebela, lo aceptamos con resignación? Cualquiera de las situaciones que acabo de relatar son inconcebibles más allá de los Pirineos.

Decididamente parece que cualquiera puede insultarnos sin que nadie entre los 45 millones de españoles levante una ceja o haga un gesto de protesta. ¿El último caso? El el extranjero invitado de TV3 que dijo comprender a los separatistas catalanes porque los andaluces son unos vagos…

Pero esa es solo una faceta del caso. Lejos de sentir un mínimo orgullo nacional (oiga, que digo “mínimo”) no faltará quien, incluso entre mis amigos, conocidos o allegados, me llame facha españolista por haber escrito estas líneas. ¿Se imaginan algo así en Alemania, en China, en Corea del Norte?

Decididamente ser español es una mierda. (Y encima he empleado la palabra «patria», palabra que inventó Franco. Vendrá alguno a abrirme la cabeza a insultos y amenazas. Un demócrata)
……………..

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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