Gitanos, otra nación de España

Pensar con estas temperaturas es cosa de mucho mérito. Yo llevo dos días dándole al coco con lo de “nación de naciones” y no tengo más que preguntas sin respuesta. A ver (no se me preocupen, que voy a ser breve y ligero, palabrita del Niño Jesús), a mí me parece una buena idea, positiva, pero me pregunto por qué esto iba a satisfacer a los nacionalistas cuando nunca les ha satisfecho lo que habíamos previsto. ¿Autonomías? ¡Hecho! ¿Más autonomía, más de la que tiene nadie en Europa? ¡Hecho! ¿Competencias casi exclusivas en Educación? ¡Hecho! ¿Autonomías de primera y de segunda categoría? ¡Hecho! ¿Concepto de nacionalidades? ¡Hecho!

Bueno, pues hasta ahora no les ha servido nada. ¿España plurinacional? ¡Hecho! Tampoco servirá de mucho, solo para tirar pa’lante otros pocos años. Y conste que a mí me parece bien si incluyen a Castilla. El País Vasco nunca fue
independiente. Castilla sí. Cataluña nunca fue independiente. Castilla sí, más siglos independiente que unida a España, de la que me siento orgulloso integrante, conste. ¿Pero privilegios para quién? ¿Económicos, políticos? ¿Por qué? España plurinacional… ¿solo en cuestión de cultura? Pongamos las Glosas emilianenses, Gonzalo de Berceo, el arcipreste de Hita. ¿Y el mío Cid? ¿Y Cervantes, Santa Teresa de Ávila, Miguel Delibes? ¿Idioma propio? ¡Castellano! Que además regalamos generosamente al mundo entero. ¿Van a mover un dedo nuestros representantes o van a dejar que ganen los de siempre? ¿De nuevo Castilla el culo del mundo? Acabo con dos preguntas más: ¿la población gitana no debería reclamar para sí y sus descendientes el título de nación cultural? ¿Y la numerosa población china, muchos ya con la nacionalidad española, no podrían hacer lo mismo?

Pues, hala, ya, que les prometí ser breve, que quiero hablarles de más cosas. De Cristiano Ronaldo, por ejemplo. ¿A que ahora han abierto bien los oídos? Y de Messi. Y de Mouriño. Son estrellas que están presentes en todos los patios de colegio, en todos los campos, campitos y campillos de juveniles, cadetes, infantiles, benjamines, prebenjamines y cuantas categorías se divida la monomanía deportiva nacional. Son universales, omnipresentes; son adorados, idolatrados. Seguidos con filias y fobias por millones de niños; filias y fobias que me siento incapaz de reproducir ni poniendo todo mi interés en ello. Son ejemplos a seguir por millones de españolitos que se levantan y se acuestan con un balón de fútbol sobre los hombros.

Su responsabilidad no se limita al campo de fútbol, ¿cuántos chiguitos visten una visera al estilo de Cristiano? Porque le llaman solo Cristiano, como si fuese de la familia, como si desayunaran todos los días con él. ¿Cuántos chiguitos llevan un pendiente al estilo de Cristiano? Por eso cobran millonadas al margen del fútbol, porque la publicidad sabe que son ejemplos. Y ahora son delincuentes. No, todavía no, lo retiro. Dejémoslo en que son predelincuentes. ¿Alguien va a gastar cinco minutos de su vida en explicar a los niños que estos paisanetes no son un ejemplo a seguir de ninguna manera? ¿Algún entrenador va a interrumpir los ejercicios físicos, las clases de táctica (si es que las hay en esas categorías, cosa que ignoro) para explicar que los dineros de los que defrauden a Hacienda podrían haber servido para tener mejores escuelas, mejores hospitales, mejores carreteras?

Ya, señores, lo dejo, no saben ustedes lo difícil que es escribir mientras te estás abanicando con una hoja de papel doblada y vuelta a doblar.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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