El cine español de hoy

Buena parte de los recuerdos de mi infancia y primera juventud giran en torno al cine Savoy de Venta de Baños. Los fines de semana y los lunes, con programa doble, conste, era el centro del tiempo de ocio de buena parte de los ciudadanos locales y de algunos de los viajeros que entonces tenían que hacer trasbordo en nuestra famosa estación… en los tiempos en que por Venta de Baños pasaba el tren… Recuerdo todavía muy bien lo inmensa que me parecía su platea de duros asientos de madera, aunque mi sitio más habitual, por aquello de presupuesto, era el gallinero. Hubo dos cines, el otro era el cine Ideal, aunque yo apenas llegué a tiempo de ver en él más que alguna función benéfica.

Hace ya mucho tiempo que el cine en general dejó de interesarme, y sí ya sé que eso es señal de una de mis muchas limitaciones, qué le vamos a hacer. Mi defección empezó por el cine español; aunque después se fueron sumando explicaciones razonables y lógicas, dejó de gustarme sin saber por qué, quizá porque no me enseñaban los mismos mundos de ensueño que las pelis jolivudianas. Y sí, conforme fui madurando encontré otras explicaciones, que en este momento prefiero dejar a un lado. Todas menos dos: Que me gustasen o no, fuese o no fuese a verlas, esas pelis tenía que pagarlas a través de los impuestos. Y que muchas de ellas no eran cine sino panfletos ideológicos, repetitivos argumentos que una y otra vez repasaban artificiosa y manipuladoramente nuestras mentes con un mensaje determinado. Bueno, les confieso una tercera razón: hay actores españoles que no saben hablar, que vocalizan como macarras barriobajeros y encima hacen gracia. Mezclen ustedes todas estas razones y otras que ya les digo que me callo y entenderán que yo no seré de los que vayan a ver la última astracanada fílmica del director español cuya película ha fracasado estrepitosamente en su estreno. Iba a decir otra cosa pero contendré mi ímpetu y lo dejaré en un “que se fastidie”.

Y después, poco a poco fui abandonando el cine, todo el cine. Hubo un tiempo en que el cine no solo era cultura, era una actividad social más: al cine ibas con los amigos y después de un paseo tomabas con ellos un chocolate con churros o un vodka con limón, lo que tocase según la edad, la época y los amigos. Ahora, si les soy sincero, paso de actividad social, de muchos amigos y de bebidas con mucho nombre y poco gusto. Mi propia y personal videoteca me sirve y me basta y además se detiene, con excepciones de las que no soy culpable, en la época adecuada.

En muchos de nuestros pueblos había cine y servía como lugar de encuentro y de refugio en los crudos inviernos castellanos, pero fueron desapareciendo a medida que llegaba la televisión a las casas, aunque entonces solo con dos canales. Primero llegaba la tele y luego desaparecían totalmente los cines; posteriormente aumentaban los canales y desapareció la televisión. No, no, esto no es televisión. Es… bueno, bah, otro día lo diré.
El caso es que el cine desapareció de todos nuestros pueblos. ¿De todos? ¡Nooooo! Una aldea poblada por irreductibles aguilarenses resiste todavía y siempre al invasor… El cine sigue siendo parte inexcusable de la historia contemporánea… de la historia actual de Aguilar. Aguilar es uno de los pueblos más bonitos de Palencia, de los más industrializados y de los más cultos. No se entiende Aguilar sin su larga historia de cine popular, a pesar de la televisión, de las televisiones.

Ahora mismo, este próximo fin de semana, Aguilar albergará una de las citas culturales más esperadas de Palencia: la vigésimo octava edición del festival de cortos, que pone a Aguilar por encima de otras localidades de nuestra provincia, digamos que Aguilar, en este como en otros terrenos, juega en una liga diferente del resto de la provincia. Profesional. Ser aguilarense puede ser un accidente de la vida, pero es también una bendición.

Señores, señoras, amigos, amigas, oyentes y oyentas, me despido, que ustedes lo pasen bien y lo tendrán más fácil si pasan por Aguilar de Campoo. Si ustedes quieren más guerra, en tuiter me tienen a su disposición. @pedrodehoyos se despide hasta la semana que viene.
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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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