Ferraz, ni España ni el PSOE eran así

Deberían empezar los socialistas por hacer un examen de conciencia y averiguar cómo llegaron a esta situación. El PSOE es un partido demasiado importante en la historia de España como para que su hipotética desaparición fuera intrascendente. No puede correr la misma suerte del PASOK ni España puede correr la suerte de Grecia. Mejor: Puede pero no debe.

Por ello se impone meditar las causas del desastre acontecido y recordar los escaños perdidos, preguntándose cómo y por qué. Aquella obsesión de Zapatero con demonizar a la derecha no ha tenido parangón en Europa, su “cordón sanitario”, la marginación social a la que los socialistas intentaron enviar al PP nos ha traído a esta penosa situación. Mientras en Europa conservadores (¿Es realmente el PP un partido conservador?) y socialistas conviven, se apoyan y gobiernan juntos, en España hemos llegado a los tres noes de Pedro Sánchez y al “No es no”. ¿Quién ha salido perdiendo?: El PSOE y España.

Sánchez alude una y otra vez a las bases socialistas, prefiriendo las masas y despreciando a los selectos, los más preparados, los más expertos. Incluso ha adoptado expresiones podemitas: “La gente”. La gente del PSOE son militantes de toda la vida que siguen al pie de la letra las consignas de quien los pastorea, como por otra parte hacen los militantes de cualquier partido. Estos militantes, para quien es palabra divina la voz de su amo, ven asombrados que los más brutos, más radicales, más asilvestrados de Podemos les están comiendo el terreno y piensan que la solución es hacerse leninistas, bolivarianos, que la solución de España está en los independentistas enemigos de España.

El error del PSOE es no haber reclamado la dimisión de Sánchez cuando consiguió los peores resultados en la historia socialista y los llamó “resultados históricos”. O cuando todavía los empeoró pocos meses después. Todos los secretarios generales habían dimitido en condiciones semejantes… ¿Por qué a Sánchez se le permitió? ¿Por qué entonces los barones callaron, mucho, y consintieron tanto? De aquellos polvos vienen estos lodos que si bien han cubierto la calle Ferraz amenazan con llegarnos al cuello de todos los españoles.

Porque llegará el momento en que lamentemos la irrelevancia del PSOE, lamentaremos que su papel en la oposición y en el gobierno de España lo ejerzan los mismos que han llevado a Venezuela al caos actual, los mismos que “comprenden” a ETA, los que dicen que la prensa privada necesita un “control” del Estado (¿Dónde queda el “amor” de la izquierda por las libertades?), los que aceptan que la suerte de España la han de decidir solo los catalanes, por ejemplo…

España no es así, no era así, pero está derivando en un gobierno, que algún día llegará, de extremistas, de teóricos de algo tan viejo, tan agotado, tan pasado de moda como el comunismo. Si llega el momento en que no esté el PSOE para controlar y encauzar todo esto lo echaremos de menos, pero recordemos que todo empezó con el extremismo de Zapatero, con la demonización del PP, con el cordón sanitario de una derecha que sin embargo era absolutamente equiparable a la derecha alemana o francesa (no, a la de Le Pen no) y de la que Zapacero abominaba. Entre todos han radicalizado a una sociedad española que si bien es manifiestamente mejorable no alcanza los niveles de subdesarrollo para haber lanzado a una izquierda cainita y mendaz.

No, no quiero quitar las culpas de la derecha en esta situación que estamos viviendo (y aún peor: en la que vamos a vivir). El desastre de la gestión de la crisis de Zapacero se complementó con el encogimiento de hombros de Rajoy ante la corrupción. No quiso ver cómo sus correligionarios nos estaban estafando, cómo sus compinches nos sacaban de los bolsillos los millones que se embolsaban. Los escándalos más grimosos coincidieron con los momentos más dolorosos de la crisis. De su boca, de la de Rajoy no salió ni una palabra de condena, de comprensión ante el dolor. Solo aquel “Sé fuerte”. Y aún se queja de la defección de los españoles.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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