Que Dios bendiga a España (y ustedes perdonen)

Estoy convencido de que uno de los males de España es el estereotipo que tenemos de nosotros mismos. La izquierda tiene por necesidad que ser anticlerical. La derecha, meapilas. La izquierda tiene que ser liberticida; la derecha, ladrona. La izquierda poco patriota; la derecha, patriotera. Y todos, unos y otros, se esfuerzan en ajustarse a ese papel que históricamente le ha convenido.

Debo reconocer que la derecha española ha hecho en los últimos tiempo un gran esfuerzo para asimilarse a la izquierda, eso sí, sin quitarse de encima el sambenito de “robacarteras”. Pero una derecha en la que hay divorciados, recasados, homosexuales casados, y arrejuntaos ya no es aquella que presidía procesiones o iba a pedir al obispo que quitasen a ese joven cura molesto.

Claro, cuando vienen de fuera con otras ideas, con otros roles, nos rompen los esquemas. Que el nacionalismo griego esté representado por la izquierda (mientras la derecha aparece como vendida al capitalismo y las multinacionales) nos descoloca. Que Chávez apareciera en su televisión aludiendo a la religión y a Cristo nos descoloca, especialmente a sus seguidores. Que el eslogan de la Cuba castrista sea “Patria o muerte” descoloca a una izquierda tolerante con los nacionalismos catalán o vasco pero intransigente con el nacionalismo español.

Y todos, esa izquierda casposa y antigua y esa derecha que pierde el oremus por parecer moderna, guay y laica, se les afloja la vejiga y se les humedece la entrepierna cuando el amo del mundo se aparece entre nosotros en carne mortal y suelta sin cortarse un pelo que “Dios bendiga a España”. Así, sin anestesia.

Nadie había avisado al señor Obama de que en la laica España eso está mal visto. Eso y otras tantas cosas que en el resto del mundo es normal, como airear la propia bandera. Eso en España, -en el Estado Español- es pecado de fascismo declarado, meapilismo absoluto y falta de neutralidad cultural, religiosa y filosófica impensable e imperdonable en un dirigente político que quiera tener futuro. ¿Cómo se puede permitir una alusión a Dios en un discurso oficial? ¿Dónde queda el respeto a los sindiós? ¿Y a los que tienen varios dioses? ¿Y dónde queda el respeto a las feministas? ¿Ninguna alusión a las diosas?

¿Por qué no pronunció el mucho más neutro, imparcial y laico “Que la fuerza os acompañe”? La modernidad no ha llegado todavía a los Estados Unidos, país asilvestrado donde los haya, y no han descubierto lo guay que es ir al parlamento en camisa de cuadros, con barba de antesdeayer o con vaqueros rotos, no pensemos ni por un instante en Barak Obama dando un morreo a Donald Trump, pongamos por caso al revolver de una esquina de la Casa Blanca

A los españoles nos pierde el postureo gili progre, nos encanta presumir de nuestro pensamiento llevando la contraria a lo socialmente establecido, hay que romper con las normas de uso para que vean que soy moderno e inconformista. Y por lo tanto, guay. No importa si soy buena persona o no, si soy político eficaz o no, tengo que ser modernoguay. Nos morimos de placer cuando nos dicen que somos modernoguays, nos pueden los estereotipos.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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