El domingo España votará suicidio

(Mi colaboración semanal en Onda Cero Palencia)

Muy buenos días, señores oyentes, tengan ustedes mi aprecio y mi respeto personal a la máxima potencia por haber llegado hasta aquí, aguantando la campaña electoral y estos calores al mismo tiempo. Si encima ustedes se disponen a cumplir con su deber ciudadano e ir a votar el próximo domingo ya no solo tienen ustedes aprecio y respeto sino admiración, por majos, cumplidores y listos, que tienen ustedes una mente más abierta que la paramera de Tariego. En cambio yo soy una duda entre signos de interrogación.

A ver cómo les hablo yo de lo que quiero hablarles sin meterme en berenjenales electorales, que es algo a lo que no estoy dispuesto para que nadie cercene mi monda cabecita antes de que me llegue la hora adecuada… Que, miren, si hay que ir a votar se va, pero ir pa na… pues no. Que yo estoy dispuesto a exprimirme la neurona que me queda hasta encontrar soluciones al dilema que me corroe, pero en el tiempo que llevamos no he podido dilucidar a quien entregarme de brazos y piernas, con la de horas de insomnio que ahorra eso.

Tengo todos los programas electorales en mi mesita de noche y una vez que me he puesto el pijama y he escondido el orinal debajo de la cama me pongo, erre que erre, a averiguar cuál de todos los contendientes será merecedor de mi afecto electoral. Dobladas y decoloradas tengo ya las esquinas de todos los prospectos… borradas de puro desgaste están las letras. ¿He dicho prospectos? Fascículos, cuadernillos, folletos, manifiestos, catálogos, quería decir. Se me empiezan a parecer a esas instrucciones de “hágalo usted mismo” que algún empleado loco ha traducido del coreano a un idioma incomprensible después de un curso acelerado de “Aprenda usté castellano en cinco minutos”.

A veces llega el amanecer y me sorprende tumbado sobre la cama, con los ojos como platos, pensando si votar a Iniesta como presidente del gobierno o a Del Bosque como portero de la comunidad de vecinos. Sé que es el amanecer porque oigo al paisano del piso de arriba acordarse de su puñetero jefe y a su mujer contestarle que se vista y deje de decir la misma tontería todas las mañanas. Y también lo sé porque oigo su cisterna, su ducha, su radio, sus pasos… Lo llevo con mucha paciencia y lo ofrezco por la conversión de los chinitos, al fin y al cabo él se tiene que ir a la calle y a mí todavía me queda un rato de cama.

Pero estaba con lo de los prospectos… con lo de la propaganda electoral. La de arbolitos que se podrían salvar si se lo ahorraran. Bueno, insisto en que no me aclaro, que son confusos. Que no sé si los que me prometen el cambio me lo van a dar en monedas sueltas o en besos y abrazos; que no sé si los que quieren la salvación eterna de las almas de okupas, vagos y maleantes van a apoyar en mis hombros dicha eternidad o no. El otro día creía haber decidido que iba a votar a los que prometen que todos los años habrá una gran cosecha de cereales, pero de pronto me di cuenta de que no soy agricultor. Yo les confieso que estoy muy nervioso y que no sé por dónde voy a responder ante tanta demanda interesada. Por lo pronto ayer empecé a morderme las uñas y ya me llego por los codos.

De momento lo que hago es rezar, encogerme de hombros y rezar para que todo pase pronto, para que no se note mucho en los impuestos y para que vuelvan pronto todos los que se han tenido que ir, especialmente una vecinita mía que estaba de muy buen ver y con la que coincidía todas las mañanas en la charcutería. Por lo que me cuentan ahora coincide con ella en la cama un alemanote de dos metros y medio que se encontró una buena mañana en Dusseldorf. Eso que se pierde España, oiga.

Y me despido, señores. ¿Saben lo que me molesta? En lo único en que coincide toda la publicidad electoral es en hablar de Cataluña, pero yo vivo en Palencia. Y de Castilla nadie habla. Conste que no obstante iré a votar, aunque sea para ver si regresa mi vecinita.

Adiós, gentiles oyentes, que ustedes voten bien, ya saben que si quieren más guerra me pueden encontrar tomando una cerveza en twitter. @pedrodehoyos se despide hasta la semana que viene.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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