En España somos todos demócratas de toda la vida, nadie como nosotros para haber luchado contra el franquismo desde nuestros ancestros. Todos hemos sufrido penas de prisión por ser acendrados demócratas, por luchar casi perennemente contra la dictadura… Por eso cuando un miembro del PP lanza desde una tribuna un «Arriba España» le caen palos desde todas partes, por apoyar sin disimulo alguno la dictadura, por rememorar la represión que todos hemos sufrido durante cuarenta años, incluso los más jóvenes, por recordarnos que nos hemos acostado y levantado con horribles sufrimientos, intolerables, insoportables, debido a una calamitosa dictadura. Bien, somos demócratas y desde el vientre de nuestra madre hemos luchado con riesgo de nuestra libertad por la Democracia.
Somos tan demócratas que comprendemos, disculpamos e incluso apoyamos la libertad de expresión del que se caga en España, en el rey o nuestra bandera, del que defeca siquiera mentalmente sobre la Virgen del Pilar. Porque somos demócratas aceptamos resignadamente -iba a poner «cristianamente», pero los laicos tiempos no me lo permiten- que el hijoputa habitual (esto es también mi libertad de expresión) insulte y menosprecia a la «puta España». Porque para eso nos hemos pasado cuarenta años luchando por la libertad de expresión.
Pero que una señora al acabar una alocución diga «Arriba España» no podemos permitirlo. No, eso no es libertad de expresión, o si lo es ella no tiene derecho.
