Lo de Jordi Pujol

Acumulo ya suficientes años como para sospechar cuando me engañan. No, no siempre acierto, claro, pero cuando alguien insiste durante más de treinta años en reírse de mí termina por «cantar» mucho y eso ayuda también. Es el caso de Jordi Pujol.

Me fastidian mucho los que quieren darme lecciones. De democracia. O de honestidad. O de lo que sea. Es fácil pensar que cuando más levantan la voz, cuanto más cacarean, cuanto más pregonan sus propias virtudes, más tienen que callar. Incluso hay refranes que hablan de esto. Es el caso de Jordi Pujol.

Siempre me llamaba la atención la ligereza con la que descalificaba a sus rivales, bastaban cuatro palabras suyas, un tono despectivo en ellas y una mirada perdonando la vida del periodista que había preguntado, o del rival que le había discutido algo, y ya estaba condenado al fuego eterno. Pujol dixit, palabra del dios.

Y el dios se nos ha revelado de barro y con las manos manchadas de mierda. No, no lo ha revelado él en un arranque de honestidad, no lo ha dicho en cumplimiento de sus obligaciones democráticas, ésas de las que tan contundentemente ha hablado tantas veces, en las que tanto se ha apoyado para hacernos ver que estaba por encima del bien y del mal, que de él sólo pureza era esperable… No, lo ha dicho después de resistir más de treinta años sin decir la verdad, tomándonos el escaso cabello, mintiendo cual ratero barriobajero, embadurnándose de deshonestidad cada vez que hablaba, demostrando cuán fácil es engañar a millones de incautos votantes…. (No, no se alegren ustedes, a todos nos han engañado, desde la corrupción del PP, a la de UGT Andalucía, o ese otro partido anticapitalista, izquierdista y antibanqueros que deja pasar años y años sin afrontar sus deudas, sin preguntarse por qué nadie se las reclama, sin olvidarnos de Filesa, Malesa y TimeExport), lo ha dicho después de insultarnos docenas de veces porque al no ser nacionalistas catalanes no éramos tan perfectos como él, no éramos tan demócratas de toda la vida como él, porque él era demócrata de toda la VISA.

Me molesta mucho cuando me dan lecciones, a algunos se les nota demasiado la ficción de su excelsa superioridad y si encima lo hacen durante cuarenta años… Pues eso, que tanto va el cántaro a la fuente… Es el caso de Jordi Pujol.
No, no quiero terminar sin preguntarme si va a ir a la cárcel, si va a devolver lo robado, timado o estafado. No quiero terminar sin preguntar si alguien nos va a explicar por qué tan pocos políticos enmierdados acaban en la trena… ¿Respuestas? Ya, pues eso, es el caso de Jordi Pujol…

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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