Dicen que el cine español es malo, malo, malo, y se quedan cortos

Siempre me ha gustado el cine, he pasado grandes tardes de mi infancia, juventud y primera madurez en las salas de cine. Aún recuerdo, a pesar de los años pasados, los grandes programas dobles del los lunes en el cine Savoy de mi pueblo. Con el paso de los años y los sucesivos aumentos de la propina paterna me daba para ir al cine a la capital y acompañarlo con unas palomitas.

Dejé de ir ya hace tiempo, en su momento dejé de disfrutar con las pelis made in Spain, me cansé de los entusiastas que me vendían que en España tenemos grandes actores e increíbles directores. Me sobra que algunos tengan el Óscar, el Nóbel o hayan ganado las justas poéticas de Villamolinos del Río. Qué malo es el cine español, si me permiten la siempre injusta generalización.

Acabo de dejar a medio ver “Juana La Loca” en uno de esos servicios de video que ofrecen las empresas de televisión por cable, lo siento, mea culpa, no he podido soportar la torpeza de los guionistas, la mediocridad de los actores, la zafiedad en general del film. Ahora comprendo la noticia que estos días ha aparecido en los titulares de prensa: el cine español recauda por taquilla 81 millones de euros mientras recibe 87 de subvenciones del Estado.

Claro que el Estado debe apoyar a nuestro cine, lo comprendo y lo defiendo, hay que ayudarle con leyes y subvenciones. Pero qué malo tiene que ser el cine español cuando los espectadores han dejado de ser su principal fuente de financiación. ¿Para quién, si no, se hace una película entonces? No, que la respuesta no sea que se hacen pelis para recibir subvenciones.

Acabo de dejar a medio ver “Juana La Loca”, ya digo. No comprendo como Pilar López de Ayala, con un premio Goya en su poder, se hace llamar actriz cuando no ha aprendido a vocalizar, cuando el espectador tiene que pasarse hora y media haciendo esfuerzos continuos por entender lo que está mascullando. Porque eso es lo que me ha pasado la otra noche, esta supuesta actriz se pasa toda la peli, en la que representa a la Reina Juana de Castilla, farfullando entre dientes sus frases de modo ininteligible. Pero, ¿a qué lúcida mente se le ocurrió decir que esta señora es actriz, quién osa afirmar que sabe, ya no digo declamar, expresar palabras en castellano, el bello idioma de la reina Juana? ¿Dónde estaba el director cuando esta señora chapurreaba parrafada tras parrafada sin vocalizar, sin articular de manera levemente comprensible para el espectador? Pero qué malo es el cine español, si me permiten la siempre injusta generalización.

Y los guionistas, ay, Señor, qué pena, así me temo que no hay manera de que levante cabeza, cómo se puede ser guionista con esa escasez de ideas, con esa imaginación en barbecho, con esa falta de capacidad. Entiendo que el cine es también negocio, entiendo que necesiten atraer espectadores y que estén de los nervios porque están fracasando en ello, entiendo que haya que poner escenas de sexo, lo comprendo, lo comprendo. Pero cabe suponer que los guionistas debían ofrecer a los pacientes espectadores una serie de hechos históricos novelados, con cierta trama sentimental, caballeresca, de acción… pero no, señores, no, lo que estos mediocres guionistas ofrecían era una sucesión continua de “encamamientos” del supuesto Felipe el Hermoso.

Porque no había más, no había mayor punto de interés, sólo escenas de cama y sexo, light, por supuesto, y más sexo. Oigan, que enredos palaciegos hubo siempre, anda que no podían los guionistas inventar tramas, colorear intrigas, añadir traiciones y exagerar situaciones para dotar de interés a su película. Pero no, con seguir las supuestas andazas sexuales de Felipe el Hermoso ya tenían peli, ¿para qué exprimirse el cerebro y pensar un poco?

Ahora comprendo por qué el cine español recauda por taquilla 81 millones de euros mientras necesita recibir 87 millones en forma de subvenciones del Estado. A eso se llama poner el cazo, ¿para qué molestarse en pensar? Pero qué malo es el cine español, si me permiten la siempre injusta generalización.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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