La balanza fiscal de Cataluña, de Castilla… y de Euzkadi

Hasta el gorro de la insistencia de los nacionalistas catalanes debían estar en el Ministerio de Economía y Hacienda después de que llevaran tantos años insistiendo en la publicación de las balanzas fiscales de las diversas autonomías. Olvidándose de que los impuestos los pagan los ricos para compensar a los menos afortunados, los catalanistas pretendían que la supuesta descompensación de su balanza fiscal les sirviera para acumular más privilegios económicos.

Cierto que pagan más los ciudadanos catalanes que los de Extremadura, por ejemplo. Sin duda porque hay más catalanes que extremeños y porque el dinero, también con la colaboración de los emigrantes extremeños, fluye con más facilidad en la región mediterránea, en Cataluña hay más ricos que en Extremadura.

Les ha salido mal y ahora sabemos que en Baleares, la Comunidad Valenciana y en Madrid, una parte de Castilla enajenada a la Castilla verdadera, también se pagan más impuestos de lo que se recibe de la caja común. Los que los nacionalistas catalanes buscaban, como ya ha dejado claro Carod en más de una ocasión, es un concierto económico con el Estado a imagen y semejanza del concierto vasco, la perpetuación eterna de una injusticia histórica, un anacronismo injusto que certifica que los más ricos y desarrollados pueden mantener sus privilegios medievales en pleno siglo XXI. Yo también quiero privilegio semejante para mi tierra, coño.

Lamentablemente los castellanos tenemos los líderes que tenemos, que eternamente callan y otorgan a sus casas madres en las calles Génova y Ferraz, pero si alguna vez se nos cruzara el cable ácrata de 1521 podríamos también exigir al Estado que se publicasen las balanzas… de emigrantes, por ejemplo.

Así podríamos seguir el rastro de los tres millones de castellanos emigrados desde que Franco se empeñó en deshacerse de Castilla a través de la despoblación, disolviendo a sus habitantes entre las fábricas de Francia, suiza, Alemania y los altos hornos de Vizcaya y la fábrica de SEAT, puesta donde no había población suficiente para echarla a rodar. ¿Por qué se llevó la gente a la fábrica y no la fábrica a donde ya había población?

Creo que sería curiosamente llamativa la publicación de esa balanza de emigración para comparar cuántos emigrantes castellanos hay en Barcelona y cuántos emigrantes catalanes hay en Soria, Palencia o Zamora, pongamos. Quizá muchos catalanistas cerrarían su plañidera boca, abriéndola sólo para mostrar su asombro.

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Pedro de Hoyos

Escribir me permite disfrutar más y mejor de la vida, conocerme mejor y esforzarme en entender el mundo y a sus habitantes... porque ya os digo que de eso me gusta escribir: de la vida y de los que la viven.

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