Primero fueron los americanos elevando a categoría de enmienda constitucional el tiro al indio aborigen, al negro y a todo al que inquietara a los fanáticos de las caravanas que se fueron allá huyendo de su propio integrismo. Y así siguen más de tres siglos después. La mente podrida de Trump, enfrentada a las matanzas rituales de gente cabreada, no ve más solución que armar a los ciudadanos, convirtiendo así en una guerra lo que iba a ser sólo una masacre limitada. Los MacDonald acabarán tan armados como El Álamo y cualquier chispa menor encendará la mecha de un tiroteo en que la mitad de una ciudad se enfrentará a la otra media por una causa estúpida de la que nadie se acordará en los funerales.
Duterte es un delicuente peligroso con mando en plaza. De pedir el disparo a traficantes y adictos ha pasado a pedir el tiro contra los curas. Mañana serán los periodistas, por estar ahí y contar lo que pasa. Y luego quién sabe contra quién se volverá la mente podrida de ese tipejo patibulario que hoy es la imagen oficial de Filipinas.
De Salvini y su acentuado racismo poco queda por decir. De Bolsonaro, sin embargo, oiremos hablar bien pronto, cuando la ley de fugas filipina se imponga en Brasil y empiecen a caer delincuentes menores y mayores en una especie de guerra civil limitada a los barrios más pobres. Al menos al principio. Hasta que alguien se dé cuenta y ensanche el rango de disparo.
A nosotros nos ha tocado VOX. También ellos quieren armar a los ciudadanos para que se defiendan, autorizar el higiénico disparo preventivo y legitimar el tiro por la espalda al delincuente que huye. Se trata, como en los casos anteriores, de difuminar la frontera entre la legítima defensa y la venganza súbita. Matar al perro para que acabe la rabia. Por el camino va VOX dejando un rosario de animaladas que va a ser muy difícil levantar si alguna vez tocan pelo de verdad. Ya le pasó al mamarracho de Torra con los twits intoxicantes que borró, muy a su pesar, por mitigar su imagen de troglodita. Lo de VOX con el macho eterno va por el mismo camino. El papel que reservan a la mujer no parece que haya avanzado desde la Sección Femenina hasta hoy y, mientras tanto, la homofobia se les sale por las orejas. Y a quienes pretenden rescatar cadáveres de las cunetas los califican de meros «buscadores de huesos», pero ellos los suyos – que son básicamente los de Franco – los quieren a buen recaudo y mantenidos por todos.
La pregunta que hay que hacerse no es por qué VOX es como es – la ultraderecha sigue fiel a sí misma – sino por qué en medio de este barullo Casado cree que oficiando de miniyó de Aznar y compitiendo por soltarla más gorda va a ganar votos y no va a pasar, como es de temer, que le haga el caldo gordo al impresentable de Sánchez y deje a la derecha moderada huérfana y a la izquierda moderada sin un líder que haga volver los votos que espantó Zapatero y Sánchez ha desterrado definitivamente.
Como en el chiste: o eso, o haber «elegío muette».