Palpito Digital

José Muñoz Clares

Hacen falta jueces sanchos, no quijotes

En este país nos sobran quijotes alucinados que insistan en repetir el guión que nos dio Cervantes donde, según escuché el otro día en la radio, «siempre acaban ganando los molinos.»

Si Llarena hubiera tenido en cuenta todas las posibilidades de la acción, que sólo eran dos, en vez de tener al fugado en Waterloo vomitando sandeces y a Torra subido a la parra en un teatro que le han llenado de fieles devotos como le hacían a Franco, Castro o Mao, la historia hubiera sido muy otra pues nos habría resultado muy consoladora la imagen de Puigdemont esposado y escoltado por policías españoles hasta la escalerilla de un avión que lo hubiera llevado a Madrid donde, tras ir a la Audiencia Nacional en furgón, como antes hicieron Sánchez, Cuixart y Junqueras, habría ingresado en prisión y en unas semanas lo veríamos sentado en el banquillo tragando quina y, poco después, condenado, eso sí, a un máximo de 12 años de prisión por el delito de malversación que obra plenamente acreditado en las actuaciones.

Pero 12 años le parecieron poco a Llarenas, que en eso el hombre es muy juez, muy español y definitivamente Quijote. De juez le viene la soberbia y la inclinación justiciera hacia la desmesura punitiva; de español no sé lo que sacado de bueno fuera de la talla corta propia de su generación y, finalmente, de Quijote le viene al mozo el hacer locuras como acuchillar odres o pelear con molinos que, como dije, siempre acaban ganando.

Amparados en la separación de poderes, esa en que no creen ni Maduro ni Puigdemont ni ninguno de sus secuaces, no se dejó aconsejar y acabó tragándose el anzuelo hasta el mismísimo píloro, eso si no le llegó hasta el esfínter más sureño. Antes hacer el ridículo que propiciar la injusticia, se dijo, y rechazando la extradición que ofreció Alemania se echó a rodar por la cuesta del ridículo hasta ponerle al suprenazista Torra la alfombra roja que le ha hecho entrar poco menos que bajo palio a soltar el discurso infame que nos ha infligido, que eso sí es atentar contra los derechos humanos.

La situación, como digo, pudo ser muy otra, sobre todo pensando sensatamente, al estilo Sancho: ¿se creen los aficionados que Junqueras y Forcadell van a cumplir los 20 años que le caigan si es que le caen? Eso en modo alguno, porque la solución sanchesca, con el código penal en la mano, pasa por condenar pero poco, aplicando conspiraciones, tentativas, sedición en vez de rebelión y sutilezas tales, de modo que la pena se quede en algo que esté bien pero que no se pueda vender como auténtica desmesura. Y el Tribunal Supremo, ante el hecho incontestable de que tenían limitado el varapalo al Puchi por la limitación belga y alemana – así se le vuelva república la monarquía al rey belga y monarquía teutónica la república a los alemanes -, habría tenido la coartada perfecta para recomendar el indulto parcial para el resto de la tropa hasta ponerlos a la altura de lo que le hubieran impuesto al pelanas. ¿O es que de verdad se creen que los van a tener entre rejas hasta el año 38 de este siglo? O peor: ¿es que quieren que acabe estallando Cataluña y acabemos haciendo una guerra chusca contra los cuatro desesperados de las CUP y los CDR?

Pero Llarena se tragó el sable el día que aprobó la oposición y por ahí le anda, entre las caries y el esfínter sureño, que no hay forma de que lo eche ni a base de hacerse los gin tonic con aceite de ricino.

Por mis muertos más frescos se lo juro yo a ustedes: la próxima vez hablaremos del Gobierno, que tenemos a Sánchez muy descuidado.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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