Palpito Digital

José Muñoz Clares

El fiscal se ha vuelto juez en Alemania

Llevo 23 años explicando a cada promoción de Derecho el proceso de extradición. Les ahorraré pormenores – ustedes no se van a examinar conmigo, ¿verdad? – pero hay dos aspectos de la cuestión que pretendo dejar bien claros: primero, que cuando se nos solicita la extradición de algún sujeto el juez de la Audiencia Nacional no tiene que revisar más que las exigencias procedimentales pero nunca el fondo de la cuestión, que tendrá que decidir el juez o tribunal que ha cursado la solicitud; segundo, que aunque la justicia falle a favor de la extradición puede el Consejo de Ministros denegarla por razones de alta política que no tiene por qué explicar, pero que si el juez la deniega entonces el gobierno no la puede conceder aunque quiera.

En el caso de nuestro añorado Puchi hemos tenido la mala suerte de dar con un juez de marcada tendencia independentista que, además, ha soñado que en vez de fiscal era juez, y se ha permitido entrar en el fondo de la causa invadienco así las competencias del Tribunal Supremo español, que es quien tiene que decidir sobre la condena del fugado Puchi.

Como el asunto es de libro, hasta el punto de que cualquier estudiante de primero de Derecho sabe más que el juez alemán que se ha pronunciado en los términos que todos conocen, el problema no consiste en determinar el grado de competencia profesional de ese concreto juez alemán sino hasta dónde ha llegado la podredumbre independentista en la Unión Europea, una vez comprobado que un juez corso, maltés, flamenco, catalán- esto va por barrios -, vasco, gallego, italiano de Florencia para arriba, francés alsaciano o bretón y no digamos un juez irlandés del norte, galés o escocés, tramitarán las solicitudes de extradición relativas a rebeldes y sediciosos del mismo modo que está tratando el art. 155 el PNV: en términos preventivos y con la vista puesta en el hoy por tí y mañana por mí. Y sé que me dejo en el tintero algunos matices de ciertos países que tienen aún mal digerido el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Europa, que en un principio pareció que cerraba filas para evitar que yéndose un pavo del corral quisieran irse también los demás, ahora y por barrios, se muestra reticente a reconocer la soberanía nacional española por razones que tienen cercanamente que ver con Franco y lejanamente con Carlos I y con los Reyes Católicos. Y así estamos, por decirlo moderadamente, hasta las cartolas de que se nos reproche la dictadura que sufrimos y se haga en términos de afrentas que no le hacen ni a los italianos por Musolini ni a los franceses por Petain ni a los británicos por el Duque de Windsor ni a los alemanes por Hitler ni a los rusos por Stalin ni a los rumanos por Antonescu, por citar sólo a unos cuantos de la pandilla de indeseables que tanto nos enturbian el pasado.

Si al cabo nos hartan y acabamos negociando la salida de Cataluña con varios millones de rehenes y en unos términos que ni el Brexit ha conocido en cuanto a dureza – no pagamos pensiones y que las paguen ellos, exigimos la devolución de los más de 240.000 millones que nos deben, fronteras férreas, etc., etc. -, puede que la hoy brillante Europa, luz de naciones y faro de democracias, acabe siendo un conjunto de territorios catetos gobernados por pelanas como el Puchi y su pandilla de delincuentes, con sistemas de justicia bolivarianos y el hambre y la mortalidad infantil disparándose por territorios que se proclamarán libres pero no felices si siguen los derroteros que el patán de Maduro ha conseguido en la que fue luz de naciones americanas y faro de la América democrática que todos saludamos con entusiasmo.

Pero si es lo que quieren…

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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