Palpito Digital

José Muñoz Clares

La podemita eximente de ser mujer y negra

Desde la indigencia intelectual en que se revuelca Podemos ha surgido una feroz campaña en defensa de la que parece ser autora de la muerte del pequeño Gabriel. Era la que llevaba el cadáver en su coche y está grabado cómo lo sacó del pozo en que lo había ocultado. Si eso no me permite decir que parece la asesina del crío pues que me demande y que los jueces  me quiten o me den la razón.

Desde Podemos se ven las cosas de otra manera. Empezaron por destacar que siendo mujer, negra e inmigrante la iban a condenar sin respetar sus derechos, como al pobre Puchi, sus fugados y, a última hora, la pobre Gabriel. Tienen ya una explicación de por qué ha ocurrido esto: la culpa del asesinato del niño la tiene el heteropatriarcado machista y la cultura xenófoba de España. Que en el entorno inmediato de esta pobre mujer inmigrante y negra hayan muerto dramáticamente tres críos no parece que añada sentido al asunto, claro. Sigue siendo mujer, inmigrante y negra, y el 8 de marzo está demasiado cerca como para olvidar que una mujer no puede haber hecho eso.

Quienes, por otra parte, piden una condena ejemplar para ella si al cabo se confirma lo que ya todos sabemos, son “gentuza racista” y “machistas” vistos desde la óptica de Ipunto Montero, esa adolescente pasada de los 30 de la que cabe dudar que aprobara el bachiller a base de estudio. Una tal Barbijaputa, también del gremio, ha publicado en twiter lo siguiente: «Todos estos racistas y misóginos que están echando mierda en tw sobre el caso de Gabriel, callarían ipso-facto si se detuviera al padre como el culpable y ella quedara relevada a cómplice.»

Demuestra Barbijaputa que su ignorancia es punto menos que enciclopédica. Tiene que imaginar en su podrida cabeza que en algún momento el padre aparecerá como inductor o autor del asesinato, lo que haría que Ana redujera su condición a la de cómplice, cree ella. Ignora voluntariamente que no se puede ser cómplice a posteriori. Mejor, lo ignora todo al respecto pero las redes sociales no se hicieron para gente sabia, de ahí que se permita pontificar sobre hipótesis que sólo viven, de momento, en la podrida cabeza de la tal Barbijaputa.

Digo de momento porque aún nos falta por vivir una infamia añadida a la que ya conocemos. En algún momento, tras días de reflexión, terminará Ana por incriminar al padre de Gabriel igual que ha intentado «el Chicle» con su mujer, sobre el (mal)entendido de que una pena abultada de prisión se lleva mejor si es a medias. Es sólo cuestión de tiempo y despecho. Cuando se recupere del susto que le ha dado la Guardia Civil empezará a hilar finamente y dará con la salida: este machista de mierda que tanto decía quererme y no fue capaz de librarme de la tortura de su hijo, por lo menos que pague por lo que yo he hecho con la buenísima intención de asegurarme un futuro de amoríos sin interferencias. El añejo «muera Marta y muera harta». Creo que ya está tardando. Una bandada de buitres licenciados en Derecho se están ofreciendo ya a llevarle el asunto gratis como forma de poner la primera piedra en su carrera de penalista afamado y pastoso. Antes o después elegirá al desvergonzado de turno y entre los dos urdirán una historia infame. Admito apuestas.

La pasión ha conducido a otros a recoger firmas para que la manden a su país a que cumpla la condena. Eso lo prohiben expresamente las reglas competenciales de la Ley Orgánica del Poder Judicial, pero estos tampoco quieren saberlo. Y piden que sea declarada persona non grata en España como si la condena que le viene encima – con inhabilitación absoluta además de la prisión – no fuera suficiente al respecto.

Se ha desatado la pasión, tal como suele en esta España negra. Noruega no elevó la voz cuando un desalmado filonazi acabó con más de ochenta jóvenes. Nosotros tenemos que ir al juzgado a gritar asesino a los asesinos. Por la misma razón deberíamos ir al mercado a gritarle cebolla a las cebollas, pero eso no es noticia.

Sólo pienso en esos padres. Lo demás ya importa poco. El pobre Pescaíto está muerto. Ya no sufre. Pero sus padres están vivos. Y son jóvenes. Tienen por delante muchos años de sufrimiento como para pensar ahora en los putrefactos podemitas. Pero los demás tendremos que votar y entonces volverá a preguntarse el mamarracho por qué se hunde el partido que vino a librarnos de la caspa. Le recordaremos esto. Y le dará igual.

 

 

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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