Palpito Digital

José Muñoz Clares

La noche el muerto viviente

Hay dos polos sobre los que va a bascular la política española de los tiempos venideros: uno radica en la obsesión del resucitado Sánchez por ser Pablo Iglesias, que ya es confusión freudiana, y otro en su insistencia en la plurinacionalidad española, que traerá cola si se asienta como principio propio de la izquierda que el PSOE quiere ser y que Podemos ya es.

Dice el guapito Sánchez que el art. 155 de la Constitución resulta “cruel”. No sabemos por qué pero le parece que sería impropio que lo aplicáramos a quienes pretenden, lisa y llanamente, desmontar – deconstruir – España, y dejarla a la suerte de unos nacionalistas que están jugando sus bazas de forma esperpéntica pero efectiva: en efecto, cualquier iniciativa española por reconducir los hechos a la legalidad constitucional se va a interpretar en clave de martirio, y los partidos del BarÇa (el teclado tiene la culpa) van a dividirse en varios subpartidos, uno antes del minuto 9, otro inmediatamente anterior al minuto 17:14,  y el que se añada para conmemorar el día de la infamia, ese en que los españolistas castizos y franquistas acaban con el delirio catalán o lo envíen definitivamente al frío exterior que ya les ha anunciado la UE: aranceles, fuera de Europa, larga cola ante la ONU, etc., etc.

Sánchez ha vuelto a rematar la faena que dejó a medio cuando desde dentro lo defenestraron sin darle la puntilla que merecía y merece. También ahí la tarea es doble: partir el partido en dos, por lo menos, y a España en tres o más minitaifas que alienten y sostengan el 3% (Cataluña) a la vez que acaban con el cupo vasco, que viene a ser como un alquiler de renta antigua del que disfrutan dos territorios de un Estado en que debería regir el art. 14 de la CE, ese que proclama la igualdad de todos ante la ley aunque no ante los presupuestos generales del Estado.

Y por otra parte está la percepción del PP como enemigo y no como adversario político sin más. Sánchez ha vuelto con la obsesión de acreditar que la indecencia que le achacó a Rajoy se extienda a todos los votantes del PP, de modo que en su delirante percepción hay en España casi 10 millones de votantes – cifra que fluctúa entre 8 y 10 según los desaciertos de la izquierda – a los que les gusta ver cómo tipejos como Ignacio González ocupan sus tiempos de política en apestillarse una situación privilegiada y unas ganancias tipo Tío Gilito.

O sea, que seguimos en las mismas con la única ventaja a favor del ciudadano de que, a trancas y barrancas, se han aprobado unos presupuestos que auguran una legislatura tranquila a menos que Sánchez lidere una moción pactada con Podemos para que se estrelle como la del pequeño Pablicolás y nos mantenga en vilo, a nosotros y a los inversores, por aquello de que no hay sosiego mientras los zombis salen de sus tumbas.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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