Palpito Digital

José Muñoz Clares

La UMU y un rector podemita

A la universidad de Murcia le salió un gobierno podemita como a cualquiera  le sale un grano en el culo. Apodado “sumo puentífice” por un primer calendario académico que incluía dos puentes en dos semanas, fabricados a base de una fiesta local y otra que voluntariamente fijó en jueves, se hace el nudo de la corbata como si lo fueran a ahorcar con ella, lo que le da imagen de camarero desmañado en los saraos. Y se le ocurrió anunciar una auditoría para comprobar el buen uso del dinero por el equipo saliente. Sólo entonces supo que la UMU llevaba 9 años sometida a auditoría externa, pero le dijeron que si quería gastarse inútilmente unas decenas de miles de euros que adelante. También dijo que no tomaría represalias sin aclarar cuáles eran las represalias que no iba a adoptar. Fracasado en su intento de desacreditar al equipo saliente y necesitado de dejar clara su voluntad de no transigir con la corrupción que no encontraba, aseguró que haría un código ético y de transparencia, y se lo debió de encargar a unos poetas bohemios pues tardaron dos años en redactar una estúpida loa a las buenas prácticas y a la transparencia. Hasta que llegó el momento de rendir cuentas.
No contaba con las malas prácticas de su vicerrector de profesorado, hombre hermético hasta el punto de cursar orden a su secretaria de que no le pasara llamadas. Ninguna. Por lo visto se encontraba en trance de creación intelectual y fue así como se le pasó, tontamente, que en la Facultad de Derecho había dos asignaturas que no tenían profesor: la matrícula se había cobrado – ¿Sabe el lector cómo se llama cuando se cobra lo que no se piensa dar? -, los alumnos llevaban casi dos meses sin clases y el vicerrector seguía en sus cosas. Pero hubo quien acudió al Defensor del Universitario y eso lo despertó, llamó al Director del Departamento afectado y le espetó “¿Qué NOS ha pasado con estas asignaturas?”, a lo que el interpelado contestó que a él no le había pasado nada pero que al vicerrectorado sí. Y entró en pánico. Como ya no tenía tiempo de lanzar un proceso de designación como manda la ley, con el beneplácito del rector de la corbata-horca y del secretario general – profesor de Derecho administrativo, que prefirió mirar para otro lado o, directamente, no mirar – nombró a dedo a quien quiso, sin concurso y obviando todo procedimiento reglado, y ordenó que se les contratara para impartir la imposible docencia de un cuatrimestre cuya mitad había transcurrido ya, y todo para tapar las vergüenzas del equipo ante los organismos de control, disponiendo de alguien que firmara las actas aunque la docencia no se hubiera impartido, lo que a su vez acarreaba conceder unos créditos que al corresponderse con horas lectivas recibidas resultaban ser créditos meramente vendidos pero no impartidos. Requerido de explicaciones optó el equipo por el silencio, e interrogado el durmiente por la prensa limitó el caso a un “problema puntual”.
Ante el apagón informativo no cabe sino suponer que con dinero público se contrató a dos docentes a finales de marzo para que impartieran la imposible docencia de enero, febrero y marzo – ¿Sabe el lector cómo se llama cuando con dinero público se paga una prestación irreal? -, lo que permitió que finalmente se concediera a los alumnos unos créditos que no habían cursado – ¿Sabe el lector cómo se llama cuando un equipo gestor autoriza un documento público que no se corresponde con la verdad? -, y ahora el Defensor del universitario, en su memoria anual, recoge el desaguisado en términos inequívocos: “… quiero destacar, por su gravedad, las quejas como consecuencia de la no impartición de las clases en algunas asignaturas durante periodos que hacen muy difícil recuperar esa docencia (…) En algunos casos, las quejas se referían a asignaturas que no habían empezado a impartirse 2 meses después de iniciado el cuatrimestre…”
Confirmar a estas horas y con ejemplos chuscos lo que va de predicar a dar trigo por parte podemita resulta redundante. Sólo cabe esperar que la justicia determine si se trata de prácticas corruptas en relación con el manejo de dinero público o si, como en el caso del rector acusado de plagio, se trata de meras “disfunciones”. Lo que sí queda acreditado es que el oficio de rector de universidad no atraviesa sus mejores momentos. Y la Universidad tampoco.

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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