Palpito Digital

José Muñoz Clares

Feliz Navidad, sr. Rufián

El sr. Rufián, y bien saben que tengo coartada para así llamarlo, tiene un grave problema de percepción. Sin ser médico lo digo porque sostiene que el PSOE – y el PP y Ciudadanos – no le van a dar voz nunca ni a él ni al pueblo catalán. Y lo dice desde las Cortes españolas, que es donde reside la voluntad general de los españoles, es decir, de quienes vivimos bajo la ley española, pagamos impuestos en España, hablamos español – como el sr. Rufián – y conducimos vehículos cuyas matrículas llevan una E de España que nos  identifica nacional e internacionalmente. El sr. Rufián, por tanto, parece español a la luz de que cumple con todas las especificaciones de lo que universalmente se entiende por ser español. Español de España, por si al sr Rufián no le había quedado completamente claro.
Lo que parece que quiere decir el sr. Rufián es que España no le va a poner fácil lo de irse de España, si de lo que se trata es de que cambiemos nuestra Constitución, que aprobemos una españolidad a la carta para todos, que disolvamos las Cortes, que convoquemos un par de referéndum, y todo para que él y los catalanes se vayan cómodamente llevándose por delante el muro siniestro del hotel en que viven a disgusto, maniatados desde hace más de tres siglos – algunos creen que desde el Paleolítico – y oprimidos por “el estado español”, pues España, como nación, dice él que no existe. Existe Cataluña, que nunca ha sido estado ni nación independiente de España, y cuando no estuvo con España, después de ser la Marca Hispánica – cuánto oprobio, dioses – se fue con Francia, el estado que inventó el centralismo, hasta que no pudieron aguantar más al rey francés y regresaron bajo el mando y previo perdón de SM D. Felipe IV – un maldito Austria para Rufián -, a cambio de regalarle a Francia el Rosellón, es decir, negociando su territorio como quieren que ahora hagamos nosotros, los españoles, bajo el mando de SM D. Felipe VI – un maldito Borbón para Rufián.
Lo que farfulla Rufián puede obedecer a que vive bajo una dictadura más o menos feroz – el arco va desde la Venezuela del patán Maduro a la Corea del Norte del gordito mariquita, con cantidad de matices y trufados de muy distinto sabor – o porque vive en un delirio con claro significado psiquiátrico. Así que o España la inexistente es una dictadura de facto o el sr. Rufián sufre una alteración de la percepción que lo tiene apartado de la realidad que todo el mundo sensato aprecia. Y no sólo él, porque hay unos llamados cuperos que van de anticapitalistas aliados con unos capitalistas de comunión diaria como los antiguos CDC, esos a los que un tal Artur Mas condujo a la insignificancia en que ahora se desenvuelven, a los que representa un tal Puigdemont que tiene ya pactado romper el muro de España en junio de 2017. Así que el terrible dilema – o el sr. Rufián delira y España sí existe, o España no existe y el que delira soy yo – se va a resolver en exactamente diez meses: o en junio de 2017 Cataluña sale de España y entra sin problemas en la ONU, en Europa, en el € y en todos aquellos sitios en los que entró de la mano de España, o España sí existe y entonces será el sr. Rufián quien tendrá que ingresar voluntariamente en un frenopático para resolver su  problema de percepción. Y como yo soy ya un señor mayor – senior dicen algunos – poco dado a las prisas y, con mis disculpas, tengo el culo pelado de arrastrarme por la jaula, prefiero esperar esos diez meses y ver qué pasa. Si al final descubro que España, mi nación y mi país, no existe, seré yo quien se ingrese. Se lo juro al sr. Rufián por nuestros ancestros comunes – por más que en mi modesta familia nadie alcanzó a ser un Rufiánm de pura cepa -, dado que el sr. Rufián es un charnego sureño malcriado en Cataluña, al que, sin embargo, en España le ha ido estupendamente: es excelentísimo señor, cobra un pastizal de los presupuestos generales españoles – ¿o prefiere que los llame castellanos? -, disfruta prebendas hasta para viajar en tren, no sólo tiene voz sino que se le escucha en la sede de nuestra para él imaginaria voluntad nacional, etc., pero percibe que se le ha secuestrado la voz a él, a Puigdemont, al difunto Mas y a Cataluña entera.
Diez meses, créanme, no son nada. Llevo vividos casi 720 meses y, a estas alturas, 10 me parecen una meada de niño en sábana de matrimonio. Así que esperaré tranquilamente, incluso fumando a lo Sara Montiel, y a ver qué pasa en junio del año que viene, aunque  ahora mismo tengo más cerca la Navidad y este año no se me adelanta el Corte Inglés porque llevo ya mucho tragado al respecto. Así que feliz Navidad, sr. Rufián. Y no se preocupe. Conozco casos peores que adecuadamente tratados han terminado sanando.

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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