Palpito Digital

José Muñoz Clares

Cataluña, Franco y la hemeroteca

El último capricho catalán exige de los libertadores que nos mienten el franquismo como aglutinante ideológico de los españoles, esos tiranos esclavizantes. La idea es antigua. El imaginario independentista, ese que ve en Cataluña una de las más antiguas naciones de Europa – el concepto nación se acuñó en el XIX pero ellos, más industriosos, eran ya nación en el siglo XIII – incluye una reescritura de la historia en el sentido de que todos los españoles se unieron al golpe de estado franquista con la muy precisa finalidad de poner fin a la autonomía que perseguían vascos y catalanes. Por eso hablan de liberarse de España, de ganar una libertad que dicen perdida, porque desde hace 40 años aquí lo que ha reinado y gobernado ha sido un indisimulado franquismo. En resumen, que cuando el Franco moribundo, aquel de las exóticas e intrigantes heces en melena, deliró sobre el «todo está atado y bien atado» se refería a una sospecha que en algunos alcanza el grado de verdad incontestable: los españoles de hoy somos franquistas tanto como los catalanes de ayer nunca condescendieron con el régimen. Y ahí es donde hay que empezar a tirar de hemeroteca aunque sólo sea para sacarle los colores a los ingeniosos tipo Homs, que no ve en el control financiero un aseguramiento de servicios para los catalanes – al menos mientras sigan bajo el yugo español – sino una forma encubierta de aplicar el art. 155 de la Constitución y, en definitiva, de ahogar el autogobierno catalán.

Antes de tirar de hemeroteca deberían ellos mismos tirar de álbumen familiares, de fotos de bodas, bautizos, comuniones y ceremonias civiles y militares en que sus antepasados recientes – o sus muertos frescos – aparecían con correajes falangistas, adulando al poder de Franco, arrodillados ante obispos brazo en alto y, en general, medrando en un entorno que era cualquier cosa menos la arcadia antifranquista que quisieran. Pero si a estas alturas han destruido ya los álbumes de su vergüenza o los han aligerado de fotos inconvenientes y precisadas de mucha explicación, los remito simplemente a la portada del ABC del día 6 de junio de 1952, en que una sola foto ocupa todo el espacio para dejar testimonio de la figura de Franco mancillando el monasterio de Poblet tras haber sido recibido de forma entusiasta por población y autoridades. El dictador iba a presidir un acto más que simbólico como era el traslado de los restos de los reyes aragoneses – en cuya corona había disuelto Cataluña su poder político en el siglo XII – enterrados en el monasterio a lo largo de la historia. No da cuenta la prensa de oposición alguna y sí de un vergonzoso entusiasmo popular y oficial que incluyó el ofrecimiento a su Excremencia de la presidencia de honor del patronato de Monserrat, otro símbolo de la catalanidad más conspicua que el tirano mancilló a solicitud de los propios catalanes. Es más, el nuncio papal, monseñor Tedeschini, enviado con ocasión del Congreso Eucarístico de Barcelona, se fue de Cataluña con promesa de exponer al mismísimo Papa lo bien que había sido tratado, y no antes de que se le obsequiara con una corrida de toros – en Salamanca -, y no hablamos de la edad media sino de 1952, a 13 años de acabada la guerra, tiempo más que suficiente como para que se hubiera vuelto levantisca la oposición al franquismo en la políticamente inmaculada Cataluña. Así que cabe preguntar al ladino Homs: ¿Tiene conocimiento de por dónde andaba su familia en aquellos años? ¿Estaban sus padres, abuelos y tíos encerrados en cárceles franquistas o, como las familias Porcioles, Millet, Tusquets y otras tantas medraban al hilo de la postguerra y se hacían un huequecito entre la generalizada corrupción que presidió la actividad económica del franquismo? Conteste, sr. Homs, y luego hablamos de Franco pero con la prensa encima de la mesa. Y si no le gusta el ABC, consúltelo en La Vanguardia. Para mayor sonrojo.

 

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José Muñoz Clares

Colaborador asiduo en la prensa de forma ininterrumpida desde la revista universitaria Campus, Diario 16 Murcia, La Opinión (Murcia), La Verdad (Murcia) y por último La Razón (Murcia) hasta que se cerró la edición, lo que acredita más de veinte años de publicaciones sostenidas en la prensa.

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