Pacos

Paco Sande

Va con todo respeto señorias.

La Reforma hecha por Gallardón, del artículo 23 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que regula la competencia de los tribunales españoles en la aplicación del principio de justicia universal, les ha sentado a nuestros jueces, y a los progres también, como una patada en el “prefijo”.
Aquéllos, los jueces, estaban relamiéndose de gusto, como el gato que ha cazado a un ratón, con su jueguecito de meter las narices en cosas que a España, y a los españoles, les importa un carajo y a aparecer en la primera pagina de los periódicos y abrir los telediarios de medio mundo, mientras el pobre currante español pagaba la fiesta.
Y los otros, los progres, lo sienten porque eso priva a los jueces “estrella” españoles de poder reclamar, los que ellos consideran, fachas chilenos, para ser juzgados en España y, sobre todo, les priva de ver como La Argentina, reclamaba los criminales franquistas para ser juzgado en ese país.
Argentina es el otro país que, junto con España, son los únicos que meten las narices en cosas que nada les importa, como si en sus respetivos países no hubiere cosas tremendas que juzgar.
El primero en empezar con el jueguecito de marras, fue el ínclito juez Garzón, cuando le reclamó a Inglaterra la extradición de Pinochet, para ser juzgado en España, metiendo a la primer ministro británica, a la sazón Margaret Thatcher, así como a la diplomacia, tanto británica como española, en un marrón de muy padre y señor mío.
La cosa se resolvió cuando la señora Thatcher, una señora que no se andaba con chiquitas, le remitió a España, y al juez Garzón, el parte de extradición, comunicándoles que podían metérselo por donde ustedes y yo estamos pensando.
El juez siguió con sus “exploits”, pero ya ninguno tan sonado, hasta que al final se extralimitó en sus funciones y España y los españoles pudimos librarnos de él.
Pero detrás, y empezando con el juez Gómez Bermúdez, y su juicio de 11M, empezaba a despuntar una cohorte de jueces estrella que, una vez probado la luz de los flashes, ya no estaban dispuestos a dejarlos.
Y empezaron a abrir causas e imputar a ex soldados y autoridades chilenas, marroquíes etc., hasta uno que abrió la causa, José Couso contra el ejército norteamericano, y allá se fue con su séquito a lucir palmito -con gastos pagados por el contribuyente español, naturalmente- a observar desde la azotea donde Couso había muerto, y reclamando luego a Estados Unidos, la extradición a España de los soldaos que iban en el tanque que disparo contra Couso.
-¿Pero abra alguien que, en su sano juicio, se crea que los Estados Unidos va a extraditar a sus soldados para que sean juzgados por un juez de un país que ellos consideren tercermundista? ¡Amos hombre!
Y así siguieron hasta que uno, una tal Ismael Moreno, que no parece ser un juez estrella, por lo menos no es muy renombrado, pero ya se sabe, en esta vida todo el mundo tiene derecho a sus dos minutos de gloria, y le dio para imputar por crímenes de genocidio, torturas y lesa humanidad en el Tíbet, a cinco ex líderes comunistas chinos, incluido ex presidente Jiang Zemin, y los puso en busca y captura. ¡Así, con un par y sin anestesia!.
Pero ahí pincharon en hueso, puesto que los chinos no lo tomaron a broma y amenazaron con comprometer las relaciones económicas y financieras chino-españolas –China es uno de nuestros mejores clientes, tanto de productos agrícolas, como textil, como tecnológico, y muchas de nuestras empresas están trabajando en China- y ahí fue cuando el Ministro de Justicia español, decidió tomar cartas en el asunto y reformando el articulo de ley arriba mencionado les terminó con el jueguito.
Pero los “muchachos” no tomaron la cosa nada bien y la reacción no se hizo esperar y, no ha transcurrido ni un mes del asunto, y ya dos de nuestros jueces de la Audiencia Nacional dictaban sendos autos en los que se ordenaba la puesta en libertad de 16 tripulantes de dos barcos abordados por servicios de aduanas en aguas internacionales y que transportaban 25 toneladas de hachís.
Eso, aun sabiendo que el legislador, para curarse en salud, de antemano había logrado introducir una enmienda en el Senado, que salvaguardaba la legalidad de los abordajes de narco-barcos al amparo de las convenciones internacionales, como la de Viena de 1988. Pero ni por esas, cuando dios no quiere, los santos no pueden.
Aunque, y a pesar de todo, queda todavía algún juez que no está dispuesto a soltar su presa, como es el caso de Guantánamo. Este es el mismo juez que lleva el caso Gürtell. ¡La verdad, no sé cómo este hombre puede llevar tanto palante !
Bueno el sabrá.
Y, ya para terminar, les pediría a sus señorías que, si de verdad quieren velar por la justicia, dejen la política para los políticos, el gobierno para los gobernantes y los flashes y los focos, para los artistas y ellos se atengan a lo suyo, implementar justicia, pero aquí en España, que falta hace, y dejen lo de la justicia universal para la Haya, Estrasburgo, Bruselas o quien tenga ganas y dinero para hacerlo porque, como dice mi madre: “nos somos moi pobriños”
Va con todo respeto señorias.

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