El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Escarmienta en cabeza ajena o propia

ESCARMIENTA EN CABEZA AJENA O PROPIA

Ayer una excompañera de Facultad me envió un correo (el primero que recibía de ella). Quería cerciorarse de que yo era quien soy, el autor de un texto que había leído, le había encantado y portaba el título definitivo de “Te comportaste bien, ‘Metomentodo’”. En el segundo, me explicó, grosso modo, el problema, un infierno en toda la regla, que estaba padeciendo su hija mayor, que cursa el último año de carrera. Para salvaguardar sus identidades y la intimidad de ambas, no daré sus nombres de pila (ni los verdaderos ni otros supuestos) ni más datos que pudieran descubrirlas, hacerlas patentes.

“Es la segunda vez, durante las tres últimas semanas, que mi hija, a la que he llevado al psicólogo, ha intentado suicidarse. Hace año y medio conoció a un chico excelente. Nada que ver con su ‘follamigo’ anterior, un fulano de mucho cuidado. La relación con el nuevo amigovio iba viento en popa, como la seda, hasta que, hace menos de un mes, el desgraciado y desleal, su desagradecido ex, le mandó, por ‘guasap’, al que ahora también la ha dejado, el vídeo sexual que el delincuente le había grabado (y robado) un día que ella estaba muy excitada. Mientras que, en dicha grabación, a su ex, el labrador de su deshonra, no se le ve más que el pubis (en concreto, su enhiesto dedo sin uña), las piernas y los pies, a ella se le ve desde el inicio, cuando se desnuda en frente de un gran espejo, entera, desinhibida, y se le reconoce fácilmente, pues actúa, confiada, a calzón quitado y a cara descubierta. En un principio, su nuevo ‘follamigo’ no le dio más importancia que la que tenía. Era un suceso del pasado. Lo borró y santas pascuas. Pero luego no tardó en venir el hombre del mazo, o sea, Paco con la rebaja, porque el ladrón que le hurtó la intimidad a mi hija, como le suele ocurrir al asesino en serie, fue especializándose en sus fechorías y se las arregló para que su obra maestra, el maldito vídeo, corriera, como la pólvora, saltando, de móvil en móvil, como un piojo o pulga indeseable, hasta que nos llegó a su padre y a mí, alertándonos y sobresaltándonos sobremanera, como te puedes imaginar, y al grueso de sus compañeras/os y profesoras/es.

“¿Qué consideras que puedo y tengo que hacer? Te agradezco, de antemano, el o los consejos que tengas a bien darme, de veras”.

Esta ha sido, no sin haber procedido a eliminar antes lo que pudiera identificarlas, mi respuesta:

Confío, deseo y espero que vosotros, sus padres, no os vais a acongojar o acoquinar, como, al parecer, eso ha hecho su amigovio excelente, que ha venido, cuando las cosas se han puesto complicadas, difíciles, a prevenirse contra un daño, y ha devenido, movido por un miedo cerval, en menguante (o poquitín) y aun insignificante. Debéis hacer lo que, con buen criterio, comenzó conjeturando el que ha resultado ser un cagón. No debéis darle más importancia de la que tiene, que es mucha, sí, pues es un yerro mayúsculo, pero de él hay que extraer sus consecuencias positivas, que, asimismo, las tiene, para tu hija, para tu otra hija y para el resto; para ti, atento/a y desocupado/a lector/a, seas él o ella, también.

Tu hija mayor debe hacer el enorme esfuerzo de no negar la realidad (lo que acaeció ocurrió, y no hay vuelta de hoja), no, sino de asumirla y comprenderla, tras depurarla o tamizarla. Quien haya visto o vea el vídeo puede colegir, ciertamente, que tu hija tuvo una actitud cachonda, caliente, la que en esta sociedad machista en la que vivimos se le adjudica a una mujer guarra. Si a todos (ellas y ellos, vosotras y vosotros, nosotras y nosotros) nos hubieran grabado en vídeo a solas con nuestras respectivas parejas, también nosotros hubiéramos quedado a los ojos escrutadores de los demás como ella, seguramente, como unos guarros. Y es que el buen amor apasionado suele cursar de manera sucia, guarra.

Dejando a un lado el aspecto o la vertiente legal del asunto en cuestión (estos delitos pueden ser tan dañinos o perniciosos para quienes los sufren que acaso merezcan más castigo o sanción en una nueva actualización del código penal), el uso de las nuevas tecnologías como el canal o conducto más raudo para acosar, amenazar, coaccionar, controlar, hostigar, humillar, perseguir, ultrajar y/o vilipendiar a la/al ex, con el propósito indecente y torticero de cortarle las alas de la libertad (de hacer o de no hacer) e impedir que ponga fin, por ejemplo, a una relación nociva, tóxica, ha de tenerse en consideración y muy en cuenta, sobre todo, entre los menores de edad y las víctimas de violencia de género.

Hay chicas que se avienen a mandarles vídeos sexuales a sus novios porque se ven presionadas por ellos, claudican y caen en sus garras, redes o telas de araña. Si el novio es honesto e inteligente, como debe ser; primero, no expondrá a su novia a ser objeto de un hazmerreír global, omnímodo; y, segundo, a un chantaje emocional o una humillación (ni en potencia ni, menos aún, en acto). La víctima que tenga la sensación refractaria de que ha caído en las garras de un futuro depredador, no se equivoca, esa sensación es certera y esa intuición certísima. Como aseveró el premio Nobel de Literatura de 1907, Rudyard Kipling, “la intuición de una mujer es más exacta que la certeza de un hombre”.

Me consta que hay chicas que no cortan con sus novios, unos adanes, por la montaña o pila de vídeos que estos, controladores, han ido acumulando. A Ovidio (no lo olvido) le debemos este latinajo, “Adde parvum parvo magnus acervus erit” (“Añade un poco a otro poco y el montón será grande”). Si uno es prisionero de sus palabras, todavía lo es aún más de sus actos.

Tras lo ocurrido, tu hija se siente coaccionada, cohibida; eso es lo normal. La manera de superar esa situación es reconocer que fue un borrón, un error, pero de él va a sacar una lección inmarchitable o imperecedera. Ergo, a lo hecho pecho y a procurar no volver a caer otra vez en el mismo charco.

Cuando tu hija logre guipar (házselo ver) en el bochorno padecido una pesadilla, un mal sueño, comprenderá que ha colocado la primera piedra para conocer en el futuro a quien le llevará a experimentar unos placeres similares a los que se disfrutan en la gloria.

Dile a tu hija menor: Cuando lo tengas, no dejes que tu novio te grabe, ni te grabes tú para satisfacer una fantasía suya. Si no hay constancia de un hecho, ese hecho no existe y nunca se volverá contra ti como un bumerán.

Espera haberte sido de alguna ayuda quien os desea lo mejor, de corazón,

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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