El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Servidor volverá a votar en blanco

SERVIDOR VOLVERÁ A VOTAR EN BLANCO

ACOMPAÑA EL DAR CAÑA A LA CAMPAÑA

En España, desde los primeros años de la Transición (de la dictadura a la democracia actual, líquida o blanda, “demoblanda”; la llamo así por ser esta claramente mejorable o perfectible), seguimos, a rajatabla, el mismo esquema mental o idénticos hábitos, que no admiten grandes variaciones o visiones alternativas: sota, caballo y rey. Así que toda campaña electoral, habida y (si tenemos en cuenta los antecedentes) por haber, convierte a los candidatos (ellas y ellos), a los jefes de filas, a los mandamases de las formaciones políticas, a los reyes de la baraja o el cotarro, en gárrulas estatuas humanas que tienen a bien desprenderse del coturno, apearse del pedestal en el que estaban fijas y dejarse besar, saludar y tocar, durante los días que dure, como si fueran santos súbitos, por sus fanáticos y fieles epígonos (ellas y ellos) hiperconvencidos, y caminar entre sus respectivas huestes, mientras las cámaras de las teles no pierden ripio y las de los móviles, autentificando o acreditando la asistencia (“servidor/a estuvo allí y aquí está la instantánea, que lo prueba de manera fehaciente”) al acto, echan humo.

Subidos al escenario, estrado o plataforma, donde se halle el atril, parecen curas, pero son menos oscuros en sus alocuciones o arengas, meros abanicos o rosarios de consabidas consignas. Buscando diferenciarse de los otros candidatos o mitineros, el báratro o infierno, vuelven a fungir de savonarolas, a sacarles los colores o las vergüenzas, es decir, a abaldonar a los adversarios, por incoherentes, sin reparar en que algunas veces usan para lanzar sus pullas o zaherir a los contrarios argumentos que actúan como auténticos bumeranes, que, acaso, tras ser esquivados por los oponentes, puedan golpear, sin querer, a quien los utilizó como armas arrojadizas. O sea, todo, como ordena el canon; todo, como recoge el guion: Nihil novum sub sole (“Nada nuevo bajo el sol”; que todo está inventado, ideado, dicho y hecho, vaya —vaya esta vaya con burla o sin ella—), como nos recuerda el pensamiento atribuido al sabio rey Salomón y cabe leer en el Eclesiastés.

No sé si el grueso de los españoles (hembras y varones) somos verdaderamente conscientes de lo que nos jugamos el próximo 28-A, fecha de los comicios generales, nuestro futuro. Del escrutinio de los sufragios que se lleve a cabo dicho domingo, obtendremos, como jugo o zumo, los nombres de los representantes en los que depositaremos nuestras aspiraciones, deseos, ilusiones y sueños de libertad, justicia e igualdad cívicas. De manera adecuada, consensuada y democrática, con dicho elenco se conformará el plantel o la plantilla de las próximas Cortes (Congreso y Senado), de las/os que saldrán los equipos que deberán afrontar los retos del devenir, que parece haber elegido para hacer su presentación en sociedad un disfraz pluriamenazante. De nada servirá procrastinar la selección del Gobierno y de las medidas mejores, las oportunas. Cualquier retraso, en este aspecto concreto o extremo, será contraproducente, porque del mismo se colegirá, al menos, este aserto irrefutable, la manifiesta incapacidad de los elegidos para coronar con éxito la tarea que les había encomendado la ciudadanía de empezar a dar completa y pronta solución a sus problemas más acuciantes.

El abajo firmante, tras conocer el paño o percal (le consta que otras/os pueden hacer dos cosas con la nariz tapada que él —lo reconoce sin rodeos— es incapaz de coronar, echar un “eroskiki” —cuando podía— y votar), volverá a introducir en la urna del Congreso, como otras veces anteriores, responsablemente, el sobre sin papeleta, vacío.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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