El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿El mito de Acteón a Borrel cuadra?

¿EL MITO DE ACTEÓN A BORREL CUADRA?

No conozco de nada a Josep Borrell Fontelles, actual ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación en el Gobierno de España que preside Pedro Sánchez, pero siempre me ha caído bien (no obstante, si me retrotraigo en el tiempo y rememoro las palabras que pronunció el 8 de octubre del año pasado en Barcelona, tras la marcha de la manifestación que convocó y organizó en la Ciudad Condal Sociedad Civil Catalana y recorrió algunas calles barcelonesas, como noto que me he quedado corto, agregaré alguna voz más: mejor que bien; lo considero —con sus errores, evidentes, por los que acostumbra a pedir perdón; no le duelen prendas culminar tal menester— un estupendo ministro y, asimismo, propicio candidato o aspirante a amigo —del abajo firmante—, al que, por la razón que sea, a ningún amigo común —de ambos— le ha brotado o surgido la genial, por conveniente y/u oportuna, idea o iniciativa de presentarnos). Hasta en el reciente affaire de la multa que ha de pagar, el quíntuplo (30.000 euros) de lo que, según la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), defraudó (6.000 euros) como consejero de Abengoa (hasta sin escuchárselo —en sentido estricto— proferir, parece que le oigo pedir disculpas sinceras por el error que cometió, y admite de buen grado —“me avengo a pagar por la tentación que tuve, por mi proceder reprensible, reprochable”—), al hacer uso de información privilegiada (de la que él, por cierto, no se benefició; pues había invertido en acciones de la citada compañía la friolera o cantidad dineraria de 380.000 euros, que enflaquecieron tan rápidamente que casi casi llegaron a disiparse, esfumarse o sublimarse, como eso mismo les ocurrió a otros muchos inversores), veo más honestidad que indecencia.

Borrell, como hizo el mitológico Acteón (como, asimismo, le acaeció al celestinesco Calisto, que, al perder su halcón en el huerto de Melibea, demostró que no era un cetrero certero, sospecha que se vio confirmada más tarde, cuando, tras escalar la tapia, perdió pie, resbaló y murió de la caída), arquetipo de buen cazador (que, por arte de birlibirloque, mudó en un pispás o santiamén en prototipo de malo y aun pésimo en la especialidad de caza mayor), habiendo salido de caza con su jauría o rehala de perros, sorprendió a la diosa griega de la cosa, Artemisa (o a la romana, Diana), desnuda en el baño (o sea, si él no hacía nada, ella iba a perder los pocos, quizás, ahorros de que disponía o tenía, por haber seguido ella, su entonces esposa, su nefasto consejo y haberlos invertido en acciones de la empresa para la que él trabajaba). La diosa, enojada, castigó tamaña torpeza, convirtiendo al imprudente cazador en ciervo, que, tras la rauda metamorfosis o transformación, murió devorado por sus propios canes, que no reconocieron a su amo.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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