El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Quien tiene fe en Darío Fo no acierta?

¿QUIEN TIENE FE EN DARÍO FO NO ACIERTA?

Ayer, jueves, por la tarde, tras levantarse de la siesta, mi amigo del alma y heterónimo, Emilio González, “Metomentodo”, un zumbón redomado, de marca mayor, más mordaz incluso que el abajo firmante, me envió a una de mis direcciones de correo electrónico el siguiente “emilio”.

“Dilecto Otramotro:

“El pasado martes, por la mañana, tras leer la epístola que publicaste en tu bitácora, me llevé a los ojos el editorial, en defensa de los payasos, de tu periódico de cabecera (del que ya eres hasta suscriptor), El País.

“Desde entonces, llevo rumiando cómo hacerte esta pregunta: ¿Puedes decirme cómo conseguiste compadecer o compatibilizar esto, que le escribiste a tu amiga y colega Pilar, ‘El patio está, como aseveró acertada, hiperbólica y recientemente Josep Borrell, desde su escaño en el banco azul del Congreso de los Diputados, lleno de una mezcla maloliente y nauseabunda de serrín (eso que debe haber en el hemisferio derecho de la cabeza de más de un diputado, que es lo que precisamente suele salirle/s por la boca cuando habla/n) y de estiércol o mierda (en el hemisferio izquierdo, que es lo que va erogando por doquier por idéntica razón; o viceversa). Aquí conviene, por ser bienvenida y válida su presencia, hacer mención de la triple distinción de la que habló Valle a la hora de explicitar las tres maneras diferentes que él había advertido de ver el mundo (de los personajes del teatro): de rodillas (los personajes son vistos como héroes o semihéroes, que llevan a cabo hazañas, proezas), de pie (los personajes son normales y realizan actos propios de o connaturales con ellos) y desde un plano superior (una mirada desde arriba, no necesariamente cenital; en la que los personajes son vistos como fantoches, guiñoles o peleles que coronan patochadas o payasadas, raíz de los esperpentos valleinclanescos, repletos de personajes animalizados y/o cosificados). Y luego los políticos se llevan las manos a la cabeza cuando trasciende o se hace público el dato iterado por varias encuestas o sondeos de opinión de que la sociedad está cada vez más harta de los políticos, de que la desafección hacia ellos crece como la espuma o suma y suma y suma enteros sin parar entre los ciudadanos’, que aseveraste en tu misiva (con misil), con esto, ‘un cómico que ofende no es un delincuente que debe responder ante los tribunales, sino un mal cómico que debe hacerlo ante la crítica y ante su público’; y, a renglón seguido, con esto otro, ‘Una sociedad que lleva ante los tribunales a sus cómicos —a sus payasos, como ha dicho Dani Mateo— no es una sociedad más enérgica en la defensa de sus valores, sino una sociedad que está perdiendo el sentido de su propia generosidad y su propia grandeza’, que seguramente, leíste, como hice yo, en el citado editorial de El País?

“Te agradece de antemano la rauda respuesta, quien te abraza, tu amigo

“‘Metomentodo’”.

Como ayer, jueves, había quedado con mi amada Pilar (los ratos con ella son sagrados), le he contestado escuetamente esta mañana a “Metomentodo” lo siguiente:

“Dilecto ‘Metomentodo’:

“La clave, amigo mío, para lograr conciliar, como así hice y hago, sin duda, ambos discursos, el del editorialista paisano y el que lleva la firma de servidor (te recomiendo encarecidamente que pruebes, a ver si a ti también te resulta lo propio), está en saber distinguir entre la payasada que coronó un cómico (dentro de un programa cómico, en el que otros cómicos se juntaron para escribir un guion cómico) y la payasada que culminó un político con ínfulas acaso de cómico en su ocaso, que devenido, en un pispás, (en) mero intruso zafio (que irrumpió cual paquidermo en cacharrería) en la profesión humorística (dentro del Congreso de los Diputados).

“Si pruebas, amigo mío, asimismo, a ver como poder todo lo establecido (dentro del conjunto de los ámbitos u órdenes de la vida: social, profesional, familiar, moral, etc.), difícilmente inamovible, casi casi imposible de abatir o derribar, acaso no te sobren estas palabras del Premio Nobel de Literatura de 1997 Darío Fo: ‘La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos’. Si tienes fe en lo que manifestó Fo en una interviú en 2007 y haces los cambios pertinentes, distintivos y relevantes, que otrora llevé a cabo yo (me limité a mudar gobernantes por ciudadanos y miedos por prejuicios), acaso comprendas mis razones y me entiendas.

“Espera y desea lo de siempre, haberte sido de alguna ayuda, quien te abraza, tu amigo

“Otramotro”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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