El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Que arribe a buen puerto es lo que hace falta

QUE ARRIBE A BUEN PUERTO ES LO QUE HACE FALTA

Dilecta Pilar:

Me he sentido raro. Y, hasta cierto punto, lo encuentro normal, porque portaba, adheridos a mi piel, varios cuerpos extraños. Aunque la malla servía de protección, tenía miedo de que algún corchete pudiera salirse del sitio y frustrar o fastidiar la prueba. Ayer anduve más de lo habitual, como me recomendó que hiciera la enfermera que me depiló gratis et amore (alguna rojez me ha dejado o deparado tal hecho) y me colocó o instaló el holter. Antes de las nueve de la mañana, en el HRS, como mandaba el papel anejo a la bolsa, donde lo he metido, se lo he entregado en mano a la enfermera que me lo colocó. Le he dado también una copia del texto divertido que publicaré hoy, “Pilar y Carmen son dos gotas de agua”.

Pues lo que hace falta es que no se tuerzan del camino trazado los genes que portáis y lleguéis a nonagenarios todos los de la familia (por lo menos). Me acuerdo de tu tío Fermín (tu sombra o vademécum, en cierto sentido, aunque no recoja aún la acepción o entrada que sugiero la voz del DLE).

A ver si todo ha ido bien, sí; a ver si todo ha salido a pedir de boca. Y, si hay algo que corregir y tiene arreglo o enmienda la cosa, que pongan los galenos los medios adecuados y remedios necesarios para lograrlo. Abundo contigo en que cada vez me gustan menos (si acudiera acompañado, acaso se atenuara o mitigara mi nerviosismo) los hospitales.

Tienes que estarle muy agradecida a tu tío Fermín. Una parte de tu licenciatura y de tu doctorado (sin la primera no hubiera habido el segundo) se la debes a él, aunque no tuviera que estudiar lo mucho que tú sí hiciste. Así que es lógico el comentario de gratitud que haces a mi breve apunte sobre su persona.

Celebro (te honra) que reconozcas el, ya probo, ya ímprobo, trabajo de tu tío (tu abuelo o segundo padre, según tu criterio), Fermín, ora causa de tu firmeza, ora quien firmaba tu atutía (urdido metafóricamente, según el mío).

Que llueva, que llueva, pero de manera cabal, si es que la hay, no como últimamente lo hace, de modo torrencial.

Ciertamente, tienes razón; vivo solo, pero no estoy solo. Cuando me acongojo o angustio suelo acudir a los nueve primeros versos pentasílabos de la oración teresiana que inicia el que la arranca: “Nada te turbe”.

Me alegra sobremanera lo que me cuentas, que aquella actividad de Plena Inclusión Vida Independiente se meneara y haya dado como resultado vuestra nueva comparecencia en las Cortes. El asunto marcha. Que no se detenga y arribe a buen puerto es lo que hace falta.

He acudido a la Papelería/Librería “El Cole” para leer tu artículo, pero su dueño, Miguel Ángel, “Fangio”, me ha comentado que ya no le quedaba ejemplar disponible. Hoy le habían enviado menos “heraldos”. Así que has hecho bien al enviármelo para leerlo y, tras llevar a cabo dicho menester, debo comentarte lo que huelga, que hoy, con “Con buen pie” haces una labor estupenda defendiendo a todos (ellas y ellos) los que reivindicáis, con razones de peso, más oportunidades para poder disfrutar un día de una efectiva igualdad de derechos. Déjame que loe la referencia neotestamentaria que haces en él, o, si lo prefieres, de la rima séptima becqueriana.

Otro (de tu amigo Otramotro). Por cierto, me he dado cuenta de que he vuelto a usar lo proverbial, la forma habitual que tenía de terminar las epístolas que te dirigía. Tras tus largas vacaciones, servidor ha vuelto por donde solía, sí, a la “bendita rutina”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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