El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Mi literaria exégesis de un cuento

MI LITERARIA EXÉGESIS DE UN CUENTO

Dilecta Pilar:

La lectura de tu relato de 90 segundos, titulado “Unas manos sin nombre”, de tu contribución al libro coral, que presentaréis mañana, sábado, 17 de noviembre de 2018, en el zaragozano Centro Cívico Salvador Allende (es mi deseo y mi esperanza que todo os salga a pedir de boca), me ha dado pie a escribir lo que puedes leer a continuación, mi literaria exégesis del mismo. A ver qué te parece.

Me ha gustado mucho tu relato hiperbreve, a pesar de las pocas pinceladas que brindas al lector de la historia (en sentido estricto, de modo ladino, tu pretensión es que sea él, el propio lector, hembra o varón, quien haga el esfuerzo que intenta coronar, asimismo, el protagonista de tu microrrelato, construir la historia —con las pocas teselas que dispone o recuerdos que tiene hará todo lo posible para componer el completo mosaico, debajo del cual, acaso como remate, aparezca el nombre de su esposa; propongo el de Pilar, por ser esa la gracia de pila de mi amada actual, que, por cierto, compartes con ella, y ojalá sea la definitiva—) del nombre de las manos de la mujer que solían hacerle al protagonista (convaleciente de un accidente de tráfico o vascular) el nudo de las corbatas que vistió a lo largo y a lo ancho de su vida.

De las pocas corbatas que tengo en casa (yo me limito a ponerlas, acomodarlas, desacomodarlas y quitarlas; y, como no suelo mancharlas, calculo, a ojo de buen cubero, que tal vez las haya lavado un par de veces por mi cuenta), si no recuerdo mal, los nudos los hizo mi difunto padre, Eusebio, que hace ya más de tres lustros nos dejó. Reconozco que, como parece colegirse de la lectura de tu microrrelato, yo, como el personaje innominado del mismo, tampoco sé hacerlo, el nudo. Sé que hay tutoriales en internet que aleccionan sobre el modo particular o habitual de hacerlo, pero… me pasa como con el carné de conducir, que nunca me lo saqué.

Tu relato habla de las vueltas que da la vida echando mano de las vueltas que hay que dar a los extremos, ancho o estrecho, de una corbata para hacer un nudo, un enlace duradero.

En el primer nudo (que no gordiano) de la corbata (de rayas) del protagonista, que refieres, veo (más justo sería decir que entreveo) claras pinceladas u ostensibles trazos de su unión marital, sus nupcias, con su novia, que devendrá en unas horas, tras la ceremonia jurídica o el rito religioso, en su esposa. “Hay un brillo en los ojos y una promesa” (de fidelidad, de lealtad), vienen a confirmar mis sospechas. Eres tan astuta o cuca que hasta el procedimiento de cómo hacer el nudo de una corbata, “de detrás adelante (yo hubiera colocado aquí una coma) para ir dándole forma”, lo aprovechas para dar cuenta del que vas a seguir en la estructura de tu relato. ¡Chapó! La corbata de óvalos es la que llevó puesta el protagonista cuando acudió a la iglesia a bautizar a su primer retoño. Hay corbatas estampadas para los sucesivos días de fiesta. La corbata violeta anuncia la ausencia de quien hacía tal vez los nudos (el “hastío en los ojos” y el “vacío” hablan del fin del amor, de la vida, o de ambos a la vez).

“Una nueva esperanza” habla de un nuevo amor; de que las prisas no son buenas consejeras cuando uno maneja el volante y pisa los pedales de un coche en marcha. De que el accidente ocurrió; de que las manos de la nueva pareja (o monja, recuerdo ahora las manos de sor Lucía, que me atendieron nada más llegar al hospital, tras el accidente de automóvil que sufrí con dieciséis años y se llevó la vida de mi hermano José Javier, qué paradoja, sí, el día de Navidad de pronto hará cuarenta años) que hicieron el nudo ahora lo deshacen en Urgencias. Había llegado a pensar, en un primer momento, que eran las manos del propio protagonista, pero me quedo con la opción y versión antes dada. Tras recobrar el conocimiento (haya habido o mediado intervención quirúrgica o no), con el diálogo entre el protagonista y su nueva pareja parece que las piezas van encajando en el puzle, las teselas van completando el mosaico.

Como tú eres la autora del mismo, ya me dirás si he acertado o he marrado a la hora de interpretarlo.

Gracias, muchas gracias, por haberme mandado la foto de la convocatoria, de la portada y una copia de tu enjundioso y estupendo relato de 90 segundos.

Abrazos y besos.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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