El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Puede que su lectura te relaje

PUEDE QUE SU LECTURA TE RELAJE

Dilecta Pilar:

He ido, he ido. Por cierto, como en él hablo sobre uno de mis viajes en tren, abajo te mando el último texto que ha visto hoy la luz en mi bitácora. A ver si lo lees y te ríes un rato; es muy guasón. Puede que su lectura te relaje y eso contribuya a que retomes luego la tarea que tienes entre manos con nuevos bríos o ímpetus.

Si te parece, por seguir con la coña marinera, cuando me lo den, tendré que hacer referencia (se impondrá la misma) explícita a esta urdidura (o “urdiblanda”). Seguro que, si tal cosa ocurre, nadie pondrá en tela de juicio la tesis que vengo sosteniendo desde ni se sabe cuánto tiempo, el carácter profético de la literatura.

Mucho me temo que, si me dieran el Nobel, no haría falta avisarte (a no ser que estuvieras perdida en medio de un desierto o de una selva, óptimos o pésimos —depende de la perspectiva o el punto de vista— lugares para perderse). Sería una magnífica oportunidad de comprobar si Estocolmo es el colmo de los colmos, juicio o prejuicio que sostuvo otrora quien lo escribió, ayudándose de una navaja, cuchillo u otro útil cortante semejante, en la corteza de un olmo. Te confieso que no fui yo, por si tu imaginación había echado a volar y especulado con ello.

Me gusta la portada de vuestro libro coral de Lucena. Los pájaros parece que le salen a la fémina de la cabeza. Aunque la expresión coloquial “tener (muchos) pájaros en la cabeza” tiene mala prensa, yo siempre he procurado quedarme con la parte buena (el aroma que exhala), que también porta y a mí es lo que más me importa.

Te va a quedar el álbum (por las horas que has echado o invertido en él) digno de merecer el Premio Nobel de Arte (que acaso algún día la Academia Sueca lo dé y te lo den a ti, además del de Literatura, claro).

Aunque hoy no me has preguntado (como es habitual en ti) por mi pasado fin de semana, te diré (mejor, urdiré) que lo extraordinario del sábado fue que, con ocasión de la conmemoración de la entrada en funcionamiento (hace veinte años ya) de los Centros Cívicos de Tudela, Pío y yo estuvimos escuchando en la Plaza Nueva (o de los Fueros) las tres primeras piezas que interpretaron los componentes (conté quince miembros) de la unión de dos grupos musicales: Numidia y Bruna Sonora. A mí, al menos, me sonaron estupendamente, pero hacía tanto frío que decidimos irnos a “zuritear” por los bares de costumbre.

Lo cuento mejor, creo; esa era, al menos, mi pretensión (haciendo la salvedad en la que reparas, claro). Si lo conseguí o no, eso, ya es harina de otro costal.

Yo también intento salir airoso de los numerosos bretes o compromisos que advierto y me surgen cuando ando componiendo mis urdiduras (o “urdiblandas”).

Otro (de tu amigo Otramotro).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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