El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Dejación de funciones se llama eso

DEJACIÓN DE FUNCIONES SE LLAMA ESO

En España estamos como estamos con el inacabable asunto, conflicto o problema catalán (cada día peor, ergo, más difícil de resolver), porque los diversos Ejecutivos centrales, al necesitar los apoyos y/o votos de los diputados de los partidos nacionalistas en el Congreso para poder gobernar con garantías, les dejaron, como contrapartida, que esas susodichas formaciones pudieran hacer y deshacer en las Comunidades Autónomas donde gobernaban, País Vasco y Cataluña, a su antojo.

El PNV y CiU, si exceptuamos las legislaturas en las que gozaron de mayoría absoluta PSOE y PP, en las que sus votos no eran decisivos, en las restantes, en las que sus votos favorecían o propiciaban la gobernabilidad, tras llegar al preceptivo pacto de gobierno, pacta sunt servanda (los pactos deben cumplirse), rentabilizaron al máximo la necesidad y la urgencia política de sus apoyos, sacándoles a estos el mayor de los provechos.

Ante la clara dejación de funciones de supervisión (miraron para otro lado), por parte de los sucesivos Gobiernos centrales, de cuanto acaecía en Cataluña, donde no se cumplían varios preceptos constitucionales y no pasaba nada, donde la educación era claramente sectaria y tendenciosa (desconozco si la información que he leído es fiable y correcta, pero el dato de que cerca del noventa por ciento, el 88%, de los profesores de Enseñanza Secundaria de la provincia de Girona se han confesado favorables a la independencia no es baladí, menos aún, despreciable), ha desembocado en los momentos esperpénticos y grotescos que estamos viviendo en la actualidad. Los secesionistas están convencidos de que, en un Estado de derecho como es España (mejorable, sí, perfectible, también), ellos pueden hacer cuanto les dé la real gana y se pasan el principio jurídico de dura lex (que, como mucho, les suena a una marca de vasos de vidrio), sed lex (dura ley, pero ley) por donde mejor les parece. Están falsamente persuadidos, verbigracia, de que, como el derecho a decidir, que esgrimen, nadie se lo puede negar, se pueden saltar u hollar cuantos artículos de la Constitución Española de 1978 les apetezca. Así que a nadie le puede extrañar que el expresidente fugado, Carles Puigdemont, como si ejerciera de pseudorrey de Cataluña (qué entenderá el sujeto en cuestión por república, me pregunto, qué), haya nombrado a dedo (emulando al creador de Dios, que pintó el genial Miguel Ángel Buonarroti y podemos contemplar en la bóveda de la Capilla Sixtina, en los museos de la Ciudad del Vaticano, Roma) al tipo más fanático que había en el Parlament (lo escogió el hoy huido para que ocupara el undécimo lugar de su lista), a un racista, supremacista y xenófobo, como a todas luces es Quim Torra, si echamos una ojeada a lo que otrora escribió (y no una ni dos veces, sino bastantes, para que quedara constancia suficiente de su ideología) como su heredero o vicario; con la particularidad de que ningún diputado de PDeCat ni de ERC haya dicho al respecto ni mu.

Como los escritos de Torra ya han sido traducidos a los diversos idiomas de la UE, son pocos los europeos que quedan aún por ahí que no han entendido las palabras justas, cabales, del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (que, cuando acierta, hay que reconocérselo; y últimamente, está atinando mucho; por tanto, que siga la racha), cuando se ha referido al susodicho, sin usar de la exageración, de la hipérbole, como “el Le Pen de la política española”. A cualquier persona con dos dedos de frente no le cabe en la cabeza que alguien tan fanático y sectario, por cuyos textos, rebosantes de odio, en algunos países de nuestro entorno sería encausado judicialmente, pueda presidir una entidad como la Generalitat y andar por los medios afines dando, a diestro y siniestro, lecciones sin número de democracia. ¡Manda narices!

Ha llegado la hora de reconocer lo obvio, que ha habido dejación de funciones por parte de los diversos Ejecutivos centrales. Y que urge cambiar la Constitución y habilitar nuevas leyes que impidan que pueda haber otro intento de golpe de Estado blando, como el acaecido en Cataluña, para que unos dejemos de vivir en un sinvivir y otros en su abulia y atonía permanente. Y que los diversos ejecutivos hagan lo que deben hacer, gobernar para todos los ciudadanos, ocuparse del bien común y general, sin que haya privilegios por residir en una Comunidad Autónoma u otra.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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