El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Conclusiones que deben conocerse

CONCLUSIONES QUE DEBEN CONOCERSE

Está claro, cristalino, que, en términos generales, muchas veces las personas ignoramos o no reparamos en lo incontrovertible, que nuestras apreciaciones o juicios se basan tanto en los prejuicios (que suelen generar o provocar su anagrama, perjuicios y en toda su gama: malos, peores y pésimos) que acarreamos como en lo que pensamos del asunto que, tras llevar a cabo un análisis o estudio concienzudo, debemos valorar o juzgar, sea esto lo que sea, una obra literaria, una actuación, una comida, un procedimiento, etc.

Anoche, antes de irme a la cama, donde suelo leer un rato (la horquilla es amplia, pues va de los cinco minutos a la media hora larga, que puede llegar a casi entera y, en contadas ocasiones, hasta superarla) antes de apagar la luz e intentar conciliar el sueño, andaba este menda reflexionando sobre lo que consideraba un axioma apodíctico, que para poder llegar a calificar a una sociedad de buena es condición imprescindible, necesaria, que esta haya demostrado antes que es justa. Ahora bien, a renglón seguido me refutaba a mí mismo formulándome la siguiente pregunta: ¿no colisionaba o entraba este pensamiento en conflicto y clara contradicción con otro, del mismo jaez, que había sostenido varias veces a lo largo de mi vida en plurales ocasiones, ora conversaciones, ora urdiduras (o “urdiblandas”), que es más fácil ser bueno que justo? Con la susodicha paradoja bullendo en mi coco o cacumen, acudió en mi ayuda, como ha hecho otras veces, el espíritu de Walt Whitman para traerme una metafórica taza de ataraxia o paz interior, y con ella, la sabia decisión, dada la bruja hora, de irme al catre.

Una vez desvestido, puesto el pijama y metido en el sobre, servidor leyó de la página 48 a la 53 del último número de El País Semanal, el 2.158, que lleva fecha del pasado domingo, 4 de febrero de 2018, o sea, la interesante interviú (por las claras, convincentes y relevantes conclusiones que deduje, tras haberla leído con suma atención) que Javier Martín del Barrio le hizo a Pedro Nobre, doctor en Psicología Clínica en la Universidad de Oporto, presidente de la WAS, la Asociación Mundial para la Salud Sexual, y director del SexLab, el laboratorio que funciona en la citada institución académica que investiga y estudia las respuestas fisiológicas genitales de mujeres y hombres.

Según Nobre, mientras que el varón suele responder “a los estímulos sexuales de su preferencia” (el hetero a las relaciones heterosexuales y el gay a las homosexuales), para el grueso de las hembras el proceso es distinto, ya que sus reacciones fisiológicas son independientes de sus preferencias sexuales. Se ha comprobado que las féminas tienen respuestas fisiológicas, aunque no emotivas, hasta cuando contemplan “vídeos de relaciones sexuales entre chimpancés”. Y son diversos los estudios, llevados a cabo en distintos laboratorios, que llegan a conclusiones parecidas y/o sostienen tesis semejantes.

Para Nobre, la hipótesis más plausible de esta realidad notoria, concreta, por ser la más reiterada, “es que la mujer está preparada para responder sexualmente en términos fisiológicos a estímulos que no tienen nada que ver con sus preferencias. La no especificidad de la respuesta sería un mecanismo de adaptación, o de autoprotección”. Si esto es así y la mujer está preparada evolutivamente para afrontar experiencias violentas no consentidas, si es capaz de lubricar hasta cuando es forzada, y las coincidentes investigaciones culminadas en varios laboratorios han sido ratificadas por lo que han contado luego las féminas, estas conclusiones deberían ser conocidas cuanto antes, si no son ya consabidas, por los jueces (ellas y ellos) que tengan que sentenciar casos o procedimientos en los que haya habido un presunto (colectivo o singular) coito no consentido.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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