El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

No somos extraterrestres, no, vate

NO SOMOS EXTRATERRESTRES, NO, VATE

Dilecta Pilar:

Y debajo de nuestra piel también hay que mirar, sí, por supuesto (que ni tú ni yo somos extraterrestres, aunque a alguien se lo parezcamos).

Está claro que, según tu perspectiva, Facebook es una herramienta (o) útil. Así que es lógico y normal que te aproveches de él (o ella, si el vocablo es femenino, que lo ignoro; y es que ahora hay que hilar muy fino para decir y/o escribir lo que uno piensa sin que le puedan reprochar luego los demás lo que acaso haya o no, animus laedendi), que le saques el máximo rendimiento, el esperado y adecuado. Prefiero leer tus textos en La lámpara encendida (quizás sea un prejuicio mío —y ya sabes cuántos perjuicios son capaces de arrastrar uno solo de ellos—, pero Facebook se parece más a la lámpara apagada o escindida de la luz), tu bitácora.

No se te escapa la lección que encierra ese latinajo que dice: Adde parvum parvo, magnus acervus erit (“Añade un poco a otro poco y el montón será —se hará— grande)”.

La literatura (que es un poliedro variopinto, con muchas caras o facetas), te agrade o te disguste, para mí también tiene mucho de juego.

Como me pides (en la carta a la que contesto) “decimillas”, por otro canal, te enviaré más tarde una décima, una undécima y una duodécima que he trenzado este “finde” (ya me dirás qué te han parecido, si te apetece, cuando las leas).

Para que veas lo bien mandado que soy, he hecho lo que me has solicitado. He escrito en la ventana de Google “concurso de décimas” y, sorpréndete, los hay a porrillo, amiga. Por ahora, me conformo con escribirlas. Es lo que me llena. El verdadero concurso que me vale y sirve es sacarle a la realidad, personal o social, asuntos sobre los que urdir una décima a diario (por lo menos; y ese mismo día, al siguiente, al otro o un año después —ha habido más de un caso, créeme; que no te miento— publicarlas en mi bitácora). Que alguien invierta parte de su tiempo en leerlas ya es un premio.

Sigue; que el proyecto ya está mereciendo para ti (le dedicas muchas horas) la pena. Seguro que, cuando la termines y publiques, merece la ídem comprarla y leerla.

Ya sabes que no tenemos control sobre nuestros sueños. Es el inconsciente o subconsciente el que hace de las suyas. Nos elige el paisaje (campestre o urbano) y el paisanaje; y cada uno de nosotros, hala, a callejear, deambular o tirar millas por él y con los personajes que lo conforman, conocidos o no, hasta que se acaba el sueño y nos despertamos (nos acordemos de él o no). Además, creo que le he sacado buen partido al mismo (lo he asperjado con unas cuantas gotas de sarcasmo y me ha quedado, claro —¡qué va a decir su autor!—, útil y dulce, aleccionador y divertido).

Ya ves que yo, depende de un montón de factores, no siempre soy tan extenso, como hoy, en mis respuestas.

Lo importante es que el viaje sea enriquecedor (que os deje una muesca imperceptible en la piel, pero significativa en el pesquis —en tu caso, vate que tiene entre manos una novela, que te ocurra algo que puedas aprovechar para ella—, en el alma).

Te dejo. Luego (acaso sea mañana) te mandaré la epístola que publicaré el jueves y de la que tú eres su destinataria, para que me des tu plácet o me digas qué te disgusta o debo borrar.

Abrazos y besos a tutiplén (por cierto, el DRAE no ha aceptado aún la expresión “a cascoporro”, con igual significación, y muy aragonesa, si no marro).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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