El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Pilar, vela y novela la novela

PILAR, VELA Y NOVELA LA NOVELA

Dilecta Pilar:

Pues, basta que me lo has escrito tú, para llevarte la contraria y que me vuelva a dejar (hala, hale; y ahora sigue colocando cuantas jas quieras: ja, ja, ja) la barba otra vez. Quienes comenzamos siendo unos gigantes (en mi último curso en Navarrete, Octavo de EGB, me confundían los padres de algunos de mis colegas, postulantes, con ocasión de San José, día del Seminario, con los Padres Camilos, nuestros formadores —a quienes tanto les debo y, por ese cúmulo de razones, les estaré e(vi)ternamente agradecido—; y es que estaba tan alto como ahora o un poco más —acaso haya encogido algo— y fuerte como un roble) hemos devenido en eso, cabezudos (y cómodos, sí, también o, mejor, comodones). Si tuviera pareja (ignoraba que la tuvieras —y la vieras—, de veras —por seguir con los juegos de palabras, a los que, has acertado, soy tan aficionado—; así que ¡enhorabuena! —a ambos, ¿eh?—), me ocurriría tres cuartos de lo mismo que a tu chico, me temo.

No. No sabía que tenías entre manos una novela. Ya sabes lo que le pasa a un/a novelista, que, mientras está escribiendo una, no duerme (ergo, contradice lo que crean sus manos, la novela), porque se encuentra en permanente vela (vela y novela la novela). Si tuviera las revistillas de los tres años que estuve en Navarrete, seguramente, ya la habría urdido este menda. Aun sin ellas, me pondré un día a ello. Ya sé hasta cómo se titulará: “Reglas de ortografía”. Y comenzará así: “Tri, tur, nu, su, cu, ca, ga, ver, si, al, ur, du, ti, to, ra, ri, tre, gu, lo, ru, so, la, car, ta, ro, sa, te, tra, ce, ha, he, hi, ho, hu”. No me ha extrañado lo de la novela. Porque el camino lógico, el recorrido normal de un escritor (ella y él) prototipo es empezar escribiendo unos versos, malos, malísimos; perseverar, ir mejorando, o sea, trenzar unos medio buenos o semibuenos, hasta que se consigue que sean buenos del todo y aun excelentes. A renglón seguido, probar en el ámbito de los cuentos (con el mismo o parecido proceder) y desembocar en el ámbito de la novela, que dicen que es lo que te permite dejar de hacer lo que hacías (ser profesor o cualquier otro trabajo) habitualmente y dedicarte de lleno a tu nueva actividad, la que, a partir de un éxito, te va a dar de comer.

Seguro que tú, Pilar, lucirás; serás lucero en Lucena. Te lo aseguro.

¡Vaya! Hoy, en unas pocas líneas, no has dejado de sorprenderme. Ahora le toca a tu blog: La lámpara encendida. Más ¡enhorabuenas!, más. Acabo de ver tu foto y releer el artículo que publicaste el viernes pasado en el Heraldo de Aragón, “Niños escudo”. Tiene muy buena pinta. Ahora bien, me ha llamado la atención que no has tildado (en el blog) lámpara.

Todas/os tenemos gracias. Algunos hasta hacemos gracia cuando contamos nuestras desgracias. Y eso sí que es la repanocha (no acepto que aquí hagas una rebaja, ¿eh?, maja —admito todo lo que te venga en gana, por supuesto; era mera zumba de este guasón—), la repera, la reoca.

Pasé un rato estupendo en el cine “Moncayo”, mientras duró el concierto. Tanto las/os danzantes ecuatorianas/os y bolivianas/os como los miembros (ellas y ellos) y el director del coro Joaquín Gaztambide lo hicieron muy bien. No sabía que varias personas (que conocía de otros menesteres) formaban parte del susodicho.

Celebro que te rieras viendo “El Autor”. Ya sabes: un día sin sonrisas, risas y/o carcajadas es un día perdido.

Abrazos y besos (incluye a tu chico también en el reparto).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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