El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Son tolerables todas las ideas?

¿SON TOLERABLES TODAS LAS IDEAS?

“El insulto busca la ofensa y se dirige a las personas; la sátira busca la crítica y se dirige a las ideas”.

Jorge Wagensberg

Hay quien muestra (y demuestra bien, a las claras, con las palabras que escribe, aunque luego las borre, aunque en el lugar donde otrora las trenzó aparezcan ahora otras, mera palinodia o retractación de las anteriores, que vienen a reconocer lo obvio, la metedura de pata cometida) un apasionamiento desmedido, una tenacidad desproporcionada, en la defensa a ultranza que corona o culmina de ciertas creencias, ideas u opiniones propias (compartidas con otras personas o no), ya sean religiosas, sociales o políticas, al usarlas, de modo indebido, como arietes o armas arrojadizas contra las de sus semejantes, que sostienen otras, contrarias o complementarias de las suyas.

De tales salidas de pie de banco no está libre nadie. El atento y desocupado lector (sea ella o él, hembra o varón) puede preguntárselo, si tiene a bien cerciorarse de ello, verbigracia, al profesor Jordi Hernández Borrell, exdirector ya del Instituto de Nanociencia y Nanotecnología de la Universidad de Barcelona, pues el rector de la mentada, Joan Elias Garcia, ha aceptado de buen grado la dimisión que este le presentó. ¿Dónde cabe hallar el motivo o la razón de su renuncia? En una sinrazón, que, por propia reflexión o por la de otras/os, vio o le hicieron ver. El citado profesor, como se ha sabido, escribió la siguiente lindeza en un tuit: “Carles: no te pongas a su nivel. Iceta es un impostor. Un ignorante y un demagogo que vive del partido desde hace 30 años. Tiene los esfínteres dilatados y baila al sonido de Cs y PP. Es un ser repugnante”. Y el tío se quedó tan pancho; más ancho que largo.

Alguien leyó la colección de improperios que había agavillado el (¿decente?) docente (o él releyó la necedad mayúscula y estomagante que había escrito) y, a renglón seguido, cayó en la cuenta del morrocotudo error en el que había incurrido y calló (quiero decir que borró la burrada) al augurar, sin ser en sentido estricto augur (porque, en el caso o supuesto de que lo hubiera sido, evidentemente, no hubiera caído en semejante bajeza), la que se le venía encima. Así que mudó el tuit deleble por este otro: “Tras el revuelo de mi desafortunado Tweet de ayer, quiero perdir (sic —el yerro, la erre de más, es signo de que estaba nervioso, barrunto, sospecho—) disculpas a todos y todas las personas que se ofendieron con razón. Especialmente a Miquel Iceta Llorens. No soy homófobo, ni mucho menos. El tweet fue una metedura de pata. Les pido perdón públicamente”. Doy la bienvenida a la rectificación, pero últimamente son legión las/os que solo aciertan cuando se desdicen. Acaso todo se deba a que servidor es un malpensado, pero me da en la nariz que su añagaza, estratagema, subterfugio o técnica guarda relación directa o es del mismo jaez o tipo de la que han usado antes otras/os, que han pasado una breve temporada en el infierno, esto es, en la cárcel, para salir bajo fianza de ella; en su caso, para no entrar, pero me temo que ya ha habido denuncia y la Fiscalía no tardará en actuar, si no lo ha hecho ya.

Que un profesor universitario (al que se le supone una mente abierta, un cacumen por encima de la media) piense lo que pensó Jordi Hernández Borrell de Miquel Iceta unas horas antes de que se contradijera es condenable, deleznable, reprobable. Y este menda (conocedor de que en el cerebro del más sabio puede haber un rincón para la sandez), por una simple regla de tres, entre burlas y veras, puede aventurar y llegar a hacerse una idea aproximada de cuál es una de las razones irrefutables, incuestionables, de la ingente cantidad de partidarias/os del secesionismo en Cataluña: el virus de la insensatez, que no admite distingos, limitaciones, restricciones, sigue haciendo de las suyas.

Como viene como alianza al anular, recordaré aquí que ayer, metafóricamente, el colosal Andrés Rábago García, el Roto, volvió a escribir todo un editorial sobre el asunto en cuestión en su viñeta de El País: Se ve a un señor de espalda que porta dos bolsas de basura, una en cada mano, y que piensa o dice: “Voy a dejar de sacar la basura y la voy a poner en internet, ¡como todo el mundo!”. ¿No le parece a usted, lector/a, sencillamente, ¡genial!?

Como colofón, para cerrar el círculo, la presente urdidura (o “urdiblanda”), seleccionaré otro aforismo del autor barcelonés que he escogido para que lo/a arrancara, Jorge Wagensberg: “Si en una reunión de 100 personas conversando descubres que nadie sonríe, busca la salida con la mirada y empieza a deslizarte hacia ella: te has colado en una reunión de fanáticos”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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