El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿El amor y el humor? ¡Imprescindibles!

¿EL AMOR Y EL HUMOR? ¡IMPRESCINDIBLES!

Dilecta Pilar:

Cierto. Eso se comenta, que la ironía (esa figura o recurso verbal/literario) solo la usa la gente que es (y goza de la doble condición) inteligente y diligente.

Tengo ocho sobrinos, ocho (dos de cada uno de mis hermanos): Cinco féminas (Raquel, mi ahijada, Rocío, Alba, Natalia y Lucía) y tres varones (Jorge, Adrián e Íñigo). Ergo, uno de los tuyos, Jorge, es tocayo de uno de los míos. ¡Enhorabuena! por la benjamina Irene. Siempre me ha gustado mucho esa gracia o nombre de pila, que, como sabes, significa paz, en griego.

Lo de la bodega era una boutade o salida de pie de banco (pretendía ser desopilante, hilarante, o hacer una gracia en la misma frontera, muga o raya que separa el país de las burlas de la nación de las veras, y acaso haya resultado impertinente) de servidor. Te daba un beso de los madurados en barrica de roble, donde lo hacen, asimismo, los caldos que llevan luego esa referencia en la etiqueta: “reserva”.

De nada (esto va por la una, respuesta, y por los otros, versos; y luego me preguntan que de dónde viene mi seudónimo, Otramotro). Me parece una opción, tan respetable como su (prefiero complementaria a contraria) opuesta. No solo el deudo que mencionas; tengo para mí que tú también lo eres, reservada, prudente, discreta o circunspecta. Ya sabes que de nada sirve que una/o escriba A, si el grueso de los lectores lee B. No merece la pena invertir un solo segundo en intentar hacerles ver o convencerles de que andan equivocados, porque tal vez ellos tengan razón y la/el errada/o seas tú. Como sabes, el lector (aunque el autor también lo sea, el primero de su obra; y el crítico literario, a veces, sí, en plural) es quien completa el hecho creativo literario.

Ídem. Yo te agradezco que sigas siendo quien eres y como eres.

A quien mencionas lo saludo (y acostumbro a cruzar unas cuantas palabras) cuando coincido con él en Cornago. Veo y charlo más con su hermana, tu tocaya. Pero a esta no la he vuelto a guipar desde las pasadas fiestas cornaguesas de san Blas. Sé que su hermano tenía nueva pareja. Espero y deseo que los padres de ambos sigan vivos. Así los vi la última vez.

Para mí son mañanas. Ya sabes que no tengo ni ordenador, ni internet, ni cuenta abierta en Facebook, ni en Twitter, ni…; y que no te leo hasta que no abren el Centro Cívico “Lourdes”, a las 10 horas. Los miércoles vengo más tarde de lo habitual (me baño y cambio de placa y…).

Comprender es un verbo precioso cuando se conjuga de verdad, por la sencilla razón (eso es lo que vengo sosteniendo desde hace la tira de años) de que solo se comprende cuando se ama (en las distintas gradaciones que cabe advertir en dicho verbo, claro: amor de pareja, de amistad, intelectual,…). Suelo argumentar que para seguir peregrinando por este valle de lágrimas son necesarios, inexcusables, el amor y el humor: el amor para comprender y el humor para soportar.

Depende de lo que cada quien entienda por “postura”, evidentemente. Hoy, verbigracia, la gente repite la consigna contumaz o el mantra pertinaz de que todas las ideas son respetables. Disiento. No todas las ideas son respetables (porque algunas están preñadas en su interior —quiero decir que acarrean— una serie de acciones que, si se llevaran a cabo, merecerían, sin ninguna duda, el adjetivo calificativo de intolerables).

Ya sabes lo de Johari (fusión de las letras iniciales de los nombres de Joseph Luft y Harry Ingham, los psicólogos creadores de la herramienta) y su famosa ventana (yo, al menos, la estudié en la asignatura de Dinámica de grupos, cuando hice el CAP).

Besos y abrazos (no seas egoísta y repártelos con equidad —me consta que lo haces— entre tus padres, el resto de tu familia y amigas/os).

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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