El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Sigue la insensatez haciendo estragos

SIGUE LA INSENSATEZ HACIENDO ESTRAGOS

El PSC, que lidera Miquel Iceta, si el atento y desocupado lector, sea ella o él, hace el mismo esfuerzo que acaba de hacer servidor de invertir unos minutos de su preciado y precioso tiempo en leer una parte muy concreta del programa con el que la formación socialista, socia del PSOE en Cataluña, se presenta a las próximas elecciones autonómicas del 21-D se llevará una monumental, inesperada e indignante sorpresa al comprobar una de las medidas (sin duda, acéfala y ápoda, sin cabeza ni pies) que propone, que el Estado condone parte de los casi 52.500 millones de euros, que es la deuda que dicha autonomía ha contraído hasta ahora con él, con el argumento de que dicho acuerdo redundará en la confianza mutua y en la reconciliación recíproca; y servirá para superar la deriva del desafío secesionista.

¿¡Y luego me dicen que qué es eso del virus de la insensatez, si el tal no ha sido descrito aún por nadie, si no existe!? Ah, ¿no? Como para muestra basta con enseñar un solo botón, a la prueba me remito y se la pongo delante de sus ojos, lector/a, para que usted la valore.

Puede que la mejora de la financiación de Cataluña, de la que es partidario el PSC, sea una aspiración sensata (siempre que dicha mejora sea compartida por las demás CC. AA., claro, por supuesto), pero lo que no tiene un pase, pese a quien le pese, es la mentada condonación, aunque solo sea de una parte, sin especificar.

Creo, de manera sincera, que marró morrocotudamente en el diagnóstico quien redactó la parte concreta del programa del PSC en la que este viene a reconocer que la insatisfacción entre los catalanes (hembras y varones) se debe a “los efectos de la crisis económica” (en este punto no objetaré) y también a “una escalada de despropósitos entre partidarios y detractores de la independencia” (pero aquí, a menos que se interprete como despropósito una manera pasota de dejar hacer y/o despreocuparse por todo lo tocante al “procés”, los despropósitos los cometieron los partidarios, ellas y ellos, de la independencia y conculcadores jurídicos o detractores del Estado de derecho, no los que cumplieron la ley).

¿Nadie en el PSC con dos dedos de frente ha hecho el esfuerzo de leer, de manera comprensiva, qué se decía en el programa con el que el partido se presenta a las elecciones del 21-D? Parece que no. He hecho en un pispás una pequeña encuesta entre las personas a las que les he leído la propuesta y nadie, ni una sola, puede entender que se pretenda premiar con una condonación (y no con una condena) el derroche dinerario, el despilfarro.

El planteamiento puede merecer los calificativos más variopintos (descabellado, demencial, grotesco, esperpéntico,…), pero sensato y decente, lo que se dice sensato y decente, no lo es, a menos que el mundo se haya dado la vuelta del revés, como un calcetín, y servidor no se haya enterado hasta ahora.

Cada uno/a puede hacer con su dinero lo que le venga en gana. Luego tendrá que apechugar con las consecuencias de sus actos. Pero el dinero público hay gastarlo con criterio y en beneficio del interés general. ¿La deuda que ha contraído Cataluña con el Estado obedece a un uso honesto y debido o no? Ahí está el quid de la cuestión.

Al parecer, ¡bienvenida sea la nueva!, ya han sido varios los barones del PSOE que se han dado cuenta de dicha barbaridad y ya se han manifestado en contra de semejante desmán.

Últimamente, no sé lo que pasa (yo lo achaco al virus de la insensatez, pero quizá ande o esté equivocado). Lo que sí me consta es que cada día son más las/os que solo aciertan cuando rectifican (lo que no me parece mal, que conste; prefiero esto a que sigan cayendo con contumacia en el mismo error). Todos nos equivocamos, sin excepción. Hasta los mejores escritores incurren en fallos. Pondré dos ejemplos: Manuel Vicent el pasado domingo, 26 de noviembre, en la página 76 o contraportada de El País, en el artículo que tituló “La cloaca” escribió “infectas marismas”. Supongo que quiso escribir “miasmas”. Pensé (a fin de disculparle —para mí, es uno de los cinco o seis mejores articulistas actuales, pero acepto discrepancias—) que la culpa la tuvo el corrector de su ordenador. Pero uno es (debe hacerse) responsable de lo que aparece publicado con su firma. Y Javier Marías el mismo día, en su artículo “Poor devils”, que apareció publicado en la página 98 de El País Semanal, escribió “con escasa pesquis”, un desliz, pues el escritor español vivo más internacional sabe, a ciencia cierta, que pesquis es un vocablo masculino. En el caso de Marías (sin que se sienta menospreciado o perjudicado Vicent por ello) no acepto disidencias. Es uno de los cinco o seis mejores escritores en español (de todo el mundo hispano). Y pronto, eso es lo que deseo y espero, será galardonado con el premio Nobel de Literatura, al que se ha hecho digno merecedor. Seguro. Tiempo al tiempo.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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