El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Carta a Pilar Martínez Barca, vate

CARTA A PILAR MARTÍNEZ BARCA, VATE

Dilecta Pilar:

Esta mañana, navegando por la red de redes, he llegado hasta un artículo del poeta, ensayista y traductor Antonio Rivero Taravillo, publicado el 18 de septiembre de 2013 en El Cultural, sobre Juan Luis Panero (que, por cierto, había fallecido dos días antes, el 16), donde Rivero recuerda qué le contestó Panero, a quien le había enviado sus primeros poemas para que le diera su parecer o le hiciera una breve crítica literaria sobre los mismos: “En este oficio, uno tiene que aprender a acertar o equivocarse solo”. Ergo, querida amiga, si he de equivocarme, prefiero hacerlo siendo (ejerciendo o fungiendo de autor) perfeccionista.

Según me adujo en franqueza la doctora (cuyo nombre, Itxaso, significa Mar en eusquera) que me hizo la ecografía, a quien relaté lo bien que me lo había pasado con vosotras/os el sábado pasado (y un par de horas del domingo), y con quien me reí un montón (y con Mari, la auxiliar, a quienes mi barba, descuidada, que ya me he afeitado, había desorientado) después de que me hubiera hecho la prueba, no tengo piedras en la vesícula biliar y mis riñones funcionan. Sé que mis hermanos tienen el síndrome de Gilbert. Acaso la herencia recibida sea, asimismo, la causa de mi hiperbilirrubinemia. Hoy he solicitado cita para el próximo miércoles, 15, con mi doctora de cabecera (bueno, ahora es normal hacer referencia a la tal con las siglas MAP, médico de atención primaria), Esther Andrés Santos.

Como leer y escribir son las dos actividades que más placer me reportan, las cultivo a diario. Como desde hace dieciséis años (más años, más) no hago el amor, considero leer y escribir como dos variantes raras, atenuadas (no meros sucedáneos), de hacer el amor.

Mis hermanos Miguel Ángel, en Haro, y Eusebio, en Laguardia, creo, no estoy totalmente seguro de ello en el último caso (acompañados de sus esposas, mis cuñadas Alicia y María José), estuvieron en varias bodegas y se lo pasaron en grande.

Si puedo desplazarme (no tengo auto; ni siquiera carné de conducir —el accidente de coche en el que murió mi hermano mayor, José Javier, del que salí malparado, pues me tuvo más de tres meses encamado, ingresado en el hospital, como puedes colegir, me marcó en muchos aspectos de mi vida; entre otros, empecé a escribir poesía no porque me hubiera enamorado, como suelen hacer los demás, sino porque no le había dicho a mi hermano todo lo debía decirle; yo no tuve una musa que me inspirara versos, tuve un muso, mi hermano—), me apunto. Ya me informarás.

Espero (lo mismo que deseo) que, si sigues leyendo, de vez en cuando o de cuando en vez, las urdiduras (o “urdiblandas”) que publico en El blog de Otramotro, de Periodista Digital, no te extrañe leer todo esto, que ahora te trenzo, de segundas o casi (porque suelo revisitar y revisar las epístolas que he escrito con la vocación de que vieran la luz, añadiendo, suprimiendo o enmendando lo que en ese concreto momento considere ampliable, omisible o corregible) en mi bitácora. Te pido permiso para que la misiva anterior y esta sea alumbrada así, poco más o menos, como ahora la lees, en el sitio mencionado, que gestiono.

Te abraza y besa (y manda dos vagones repletos de abrazos y ósculos con el encargo de que los distribuyas entre quienes los necesiten) tu amigo

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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