El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Cuando podáis, brindad ayuda, gesta/o

CUANDO PODÁIS, BRINDAD AYUDA, GESTA/O

Dilecta María Antonia Martín Zorraquino (profesora inmarchitable, madrina selecta de la cena organizada por el comité habitual, altruista, con motivo del trigésimo aniversario de la promoción 1982-1987 de Filología de la Universidad de Zaragoza) y memorables y memoriosos excolegas (Pilar —varias—, Ana —varias—, María José —varias—, Raquel, Rosa, Emilia, Celeste, Conchi, Bárbara, Marisa, Juan Carlos, Fran, y un amplio y extenso etcétera —que ninguna/o de las/os que se apuntaron al ágape, seguido o no de gin-tonic u otro combinado de bebida espirituosa con refresco, en el que lo importante, precipuo o principal para mí fue vuestra compañía y lo accesorio, amén de los locales de restauración y ocio, las viandas y los caldos, deje de sentirse nombrado/o por este menda— de gracias de pila):

Suelo decir y escribir (cuando el abajo firmante es el que ha brindado la ayuda —que es una gesta para ella o él, un gesto para servidor—, el que ha propiciado el beneficio ajeno) que no era necesario dar las gracias, pero reconozco que a mí me gusta darlas siempre. Así que a todas/os las/os que acudieron al acto, cruzara palabra con ellas/os o no, gracias, muchas gracias. Y es que, como oportuna y cabalmente (esa es mi opinión al respecto) airea el dicho castellano, de bien nacidos es ser agradecidos.

Desde hace más de una década, febrero de 2006, publico un texto (en prosa y/o verso) al día al menos en Periodista Digital (además de en otros medios —los que se avienen a publicarlo, cuando se lo he mandado previamente, claro—). La bitácora que gestiono se llama “el blog de Otramotro”. La razón de dicho nombre radica, estriba o cabe hallarla en el primer apellido de don Miguel de Unamuno y Jugo: Una(m)uno, Otra(m)otro. Son muchos los motivos o razones por los/as que escogí como arquetipo, dechado o guía al autor bilbaíno. Y, siguiendo con los dichos, como para muestra basta o vale con presentar un solo botón, os suministro a continuación las palabras concretas, que seguramente habéis leído y recordáis de memoria, como este menda, que el rector salmantino pronunció el 24 de abril de 1902 en un discurso en el Ateneo de Valencia: “La libertad no es un estado, sino un proceso. Solo el que sabe es libre, y más libre el que más sabe; solo la cultura da libertad. No proclaméis la libertad de volar, sino la de dar alas; no la de pensar, sino la de dar pensamiento. La libertad que hay que dar al pueblo es la cultura; solo la imposición de la cultura lo hará dueño de sí mismo, que es en lo que la democracia estriba”.

Desde que soy pensionista (por incapacidad permanente absoluta), desde que estoy jubilado por enfermedad (tras padecer numerosas intervenciones quirúrgicas, porto una ileostomía), hago lo que siempre quise hacer (leer y escribir libremente). He trenzado varias veces que estoy casado con la literatura. Ergo, como muchos de los vuestros, todos mis hijos son de papel. Tengo ocho sobrinos (cinco féminas y tres varones), dos de cada uno de mi/s hermana/os y cuñadas/o. Ya sabéis el dicho, a quien Dios no le da hijos el diablo le da sobrinos.

Deseo (lo mismo que espero) que disfrutéis a tope hoy, mañana y siempre (con lo que hagáis habitualmente, ¡bendita rutina!, o con lo que vayáis a hacer de manera extraordinaria).

Esta urdidura (o “urdiblanda”) de agradecimiento, porque el sábado pasado, mezclado entre vosotras/os, me hicisteis pasar unas horas tan gratas como inolvidables, de veras, la estoy redactando en uno de los ordenadores el Centro Cívico “Lourdes” (como algunas/os ya lo sabéis, esto va solo para quienes lo desconocen: no tengo ordenador ni acceso a internet en casa; tampoco tengo la intención de tenerlos; acaso esta decisión sea una de las razones por las que aún sigo siendo un loco cuerdo, no de los de atar), que queda a pocos metros de mi casa.

Itera una vez más las gracias quien os envía abrazos y besos y queda a vuestra entera disposición (siempre que lo dispuesto —me gusta agregar entre paréntesis, como hago ahora, para dejar las cosas claras desde el principio— sea irreprochable, desde el punto de vista legal y moral, es decir, no lleve aparejado tener que delinquir), vuestro alumno y excompañero

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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