El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

¿Iglesias? ¡Gerifalte incoherente!

¿IGLESIAS? ¡GERIFALTE INCOHERENTE!

Hoy he recibido el primer artículo de opinión que me ha remitido uno de los alumnos a los que otrora, hace casi dos décadas de ello, impartí la asignatura de Creación Literaria, Eladio Golosinas, “Metaplasmo”, que lleva el mismo título que la presente urdidura (o “urdiblanda”). En las líneas que lo precedían Eladio me pedía que si su texto, a mi juicio, merecía la pena que viera la luz, ser publicado, prefería que lo fuera en mi blog antes que en cualquier otro diario digital o de papel. Aunque no he tardado en contestarle la verdad, que en mi bitácora su texto iba a tener escasísima audiencia, porque suelen ser, entre diez y doce, no más, las personas que (lo sé a ciencia cierta) me leen de manera regular, y que haría bien en mandarlo también a otros periódicos, me ha respondido la certeza que servidor ya había intuido o sospechado, es decir, este menda temía que pudiera haber acaecido, que Eladio había probado esos derroteros y había obtenido en todos los casos el mismo resultado: sin respuesta, nada, cero.

Como soy un defensor a ultranza de la libertad de prensa y expresión y lo que he advertido en el artículo, tras haberlo leído dos veces, es una censura o cítrica crítica a ciertos comportamientos o manifestaciones de Iglesias, sí, pero no he identificado calumnia o injuria contra el susodicho, me he avenido a publicarlo como me lo ha enviado y el atento y desocupado lector (sea ella o él), si no tiene nada mejor que hacer, puede leer a continuación:

“Nadie está libre de decir estupideces; lo grave es decirlas con énfasis”.

Michel Eyquem de Montaigne

El pasado lunes, el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, se mostró contrariado con el comunicado en el que la corriente anticapitalista de la formación que dirige venía a reconocer la nueva (y efímera, si nos atenemos a la realidad incontrovertible de los hechos, que, velis nolis, siempre se impone) República Catalana; y con el mandamás de Podem en Cataluña, Albano Dante Fachin, que había manifestado su propósito de formar una alianza con las fuerzas independentistas para acudir coaligados a las próximas elecciones autonómicas del 21-D.

Cuando fue conocedor de todo ello, Iglesias insistió en la idea de que su formación quiere trabajar por una España en la que quepa todo el mundo, sin exclusiones, a fin de crear un “espacio amplio de fraternidad” dentro de un país moderno. Y, en lo tocante a la postura defendida por Dante Fachin, Iglesias le recordó que “las alianzas electorales las deciden los inscritos e inscritas en Podem(os)”.

Para servidor la contradicción en la que, a lo que parece, viven (sensu stricto, sin vivir ellos en ella) Podemos y algunos (no todos, solo algunos) de sus dirigentes es de órdago a la grande (a la chica, a pares, si los hubiera, y a juego —por si usted, atento y desocupado lector, sea hembra o varón, no ha sido iniciado todavía en ese juego de cartas que usa como artificio la mentira, el mus, le diré que se trata de un envite en el que uno de los jugadores se juega la partida, el resto, en los cuatro apartados de que consta dicho juego—, si lo hubiera, si no, al punto). Diversos portavoces de la formación se han cansado de repetir hasta la saciedad que estaban en contra de la Declaración Unilateral de Independencia y de la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española de 1978 en Cataluña, pero no ha faltado quien, entre los suyos, ha achacado y/o acusado (el propio Dante Fachin) a Iglesias de haber venido él a aplicar, mutatis mutandis, una mera variante del artículo 155 a Podem.

Como sostiene mi amigo y colega Emilio González, “Metomentodo”, la coherencia, cuya definición fue la única herencia que recibió de su padre (que, para mí, es un magnífico tesoro, pero respeto que otros tengan pareceres distintos y aun opuestos al mío al respecto) “es la acomodación ajustada, completa, perfecta, entre lo que se piensa, lo que se dice (que se piensa) y lo que se hace”.

Considero que, en lo que atañe o concierne al ámbito de la ideología, tanto Iglesias como Ada Colau están más cerca de los planteamientos y las tesis de ERC y la CUP que del PSC, verbigracia. Así que me cuesta un montón entender que se manifieste una cosa hoy y se haga otra distinta (y hasta opuesta) mañana y, asimismo, que solo se vea la paja incoherente en el ojo ajeno y no la viga del mismo jaez, incongruente, sí, a todas luces, en el propio. Ignoro cómo pueden cuadrar en ciertos cerebros manifestaciones que en el mío no encajan ni a la de tres, como sí suele hacerlo, por cierto, así la alianza en el dedo anular. Iglesias afirma tener un proyecto para España y Cataluña en el que se garantiza la unidad territorial del Estado, pero ha aireado en Cataluña (y fuera de ella) hasta el hartazgo que es partidario del derecho a decidir (o a la autodeterminación) y de un referéndum legal y pactado, cuya consecuencia, a corto, medio o largo plazo, puede ser la secesión de España. Y a mí me nace preguntarme: ¿Habrá olvidado el gerifalte (al que no falto, no, al formularle esta pregunta) qué dice el artículo 2 de la Constitución?

¿Acaso no fue Pablo Iglesias el que hace más de mes y medio, en un acto alternativo a la Diada de este año, apoyado en un atril, aireó a voz en cuello esto: “(…) Os quiero decir como español, como alguien que se siente orgulloso de ser español en Cataluña, ¡visca Catalunya lluire i sobirana!, ¡visca la fraternitat!”? Habrá quien llame a esa labor encaje de bolillos. A mí, lo reconozco, esa tarea no me parece difícil, no, sino, de todo punto, imposible.

Cualquier persona (el abajo firmante, verbigracia) podría emular lo que hace Pablo y decir lo mismo que Iglesias dice de otros, por ejemplo, que cada decisión (acción o inacción) de Rajoy genera más independientes en Cataluña, o sea, que Iglesias debe estar en la nómina del PP, ya que, cada vez que habla, los populares consiguen más adeptos, es decir, más votos.

Mi opinión sobre el joven político español es que, mientras no consiga deshacerse de los muchos prejuicios que acarrea, porta o portea y cepillarse las sobras que le han caído en la pechera, tras haber devorado con sus soberbias fauces a quienes fundaron con él el partido, el líder que parecía haber brotado y haberse fraguado en las numerosas asambleas propiciadas por el Movimiento 15-M (con ángulos y aristas interesantes y facetas provechosas) solo guiará a una grey desnortada, anclada en un pasado utópico, fracasado, sin futuro.

Y para cerrar el círculo (que espero —lo mismo que deseo—, de veras, que haya sido virtuoso para usted, atento y desocupado lector, sea ella o él), como colofón de esta urdidura (o “urdiblanda”), echaré mano de otro pensamiento del filósofo, humanista y político francés, insigne autor de los “Ensayos”, que he escogido para que la arrancara: “A nadie le va mal durante mucho tiempo sin que él mismo tenga la culpa”.

Eladio Golosinas, “Metaplasmo”

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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