El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Está como un cencerro, presidente

ESTÁ COMO UN CENCERRO, PRESIDENTE

Anoche (acaso porque había cenado más de la cuenta y/o porque no fui a andar durante los cuarenta y tantos minutos de rigor, como suelo hacer a diario), a las dos de la madrugada, me desperté agitado y sudoroso. Había tenido una pesadilla. Carles Puigdemont me había contratado como espía y, si no he olvidado lo principal, me dispongo a contársela a usted, atento y desocupado lector (sea ella o él), con todo lujo de detalles:

Carles Puigdemont había llamado al médico del Palau de la Generalitat. Cuando el galeno hizo acto de presencia, le preguntó:

—Doctor, últimamente, según las fichas y los informes que me hacen llegar los dos espías personales con cuyos servicios me he hecho, a los que pago de mi propio bolsillo, y que se encargan de grabar cuantas conversaciones alcanzan sus diversos aparatos, provistos de sistemas sofisticados, aquí, en el Palau, todo quisque, incluso mis colaboradores más próximos, dicen que estoy como un cencerro o como una cabra.
—Y usted, presidente, por qué cree que comentan eso.
—Seguramente, porque suelo bailar “la yenka” y dudar mucho; porque me gusta jugar al intermitente, ora encendido, ora apagado; al casino y al sino, o sea, al sí, pero no; al blanco y/o al negro; a la independencia con alas y/o a las elecciones (ya sean autonómicas o constituyentes); al ya está o al estalla, porque explota; a liarla y, si es parda, mejor; al vísteme despacio, que me da la risa, cuando llevo prisa; a seguir la definición que dio Julius, “Groucho”, Marx sobre la política (“es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”) al pie de la letra, como gesto o muestra de merecido homenaje al tipo del bigote pintado con betún (y las cejas, que te las dejas —me apunta quien mea puntas o cuchillas de afeitar y chilla, cuando tiene infección de orina—); a cambiarlo todo de arriba abajo o de abajo arriba para que nada cambie, como sostenía otro cuco (¡ojo, que he dicho cuco y no loco!) como yo, Guisseppe Tomasi di Lampedusa en “El gatopardo, y, para no cansarle, usaré una palabra que me gusta mucho colar en mis discursos y poner en mis escritos, porque es esdrújula, etcétera. ¿Es grave, doctor?
—Perdóneme, por favor. Repítamelo otra vez, porque hace dos horas me he tomado una cápsula de mescalina y estoy alucinando en colores.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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