El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Todos somos muy ignorantes

TODOS SOMOS MUY IGNORANTES

En varios de mis textos he echado mano de un pensamiento (para mí, apodíctico, irrefutable) de Albert Einstein (es más, recuerdo haber redactado un artículo extenso recordando una panoplia de ideas del mencionado Premio Nobel), aquel en el que afirma que “todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Hoy, verbigracia, he comprobado la vigencia de dicho parecer, que tal vez nunca (mientras el mundo siga siendo mundo —lleve dicho adjetivo el prefijo “in” delante o no—) llegue a perecer. Y, si alguna vez alguien lo da por muerto, pronostico que acaecerá lo obvio, que renacerá, como el ave fénix, de sus propias cenizas.

Esta mañana, después de desayunar, antes de ir a la librería/papelería “El Cole”, a hacer las (habitualmente, diez) copias del último texto escrito en prosa que di por bueno ayer y publicaré hoy en mi bitácora, a hojear la prensa del día, a comentar alguna cosa con su dueño, Miguel Ángel, “Fangio”, siempre que este esté libre y no tenga nada perentorio que coronar (y es que tiene tanta clientela que acostumbra a estar ocupado, llevando a cabo cien —bueno, como soy un fan de la exageración, un hiperbólico redomado, acaso me haya pasado— tareas distintas), a debatir dialécticamente con otro cliente, que ya considero y trato como mi amigo, Santiago, si este ha hecho acto de presencia antes de que servidor haya tomado la decisión de darse el piro y entrar en “Bajocero” para comprar la proverbial media barra de pan; estaba escuchando y viendo (más lo primero que lo segundo) “Espejo Público” (en qué estaría pensando, me pregunto, tras darme cuenta de que había olvidado pulsar la preceptiva e inexcusable ele, en qué), el programa que presenta Susana Griso en Antena 3. En un momento dado, el escritor Juan Manuel de Prada, colaborador del espacio, ha aducido una razón oportuna de Aristocles, pues ese era el verdadero nombre de Platón, “el de anchas espaldas”, que ninguna persona puede estar por encima de la ley. Tras desarrollar de Prada su argumento, ha intervenido Bernat Dedéu, a quien no conocía (he consultado en el “espabilaburros” —de esa guisa llama servidor al buscador Google— y he comprobado que es tertuliano, profesor universitario, filósofo —licenciado en Filosofía— y escritor), que ha venido a contradecirle aduciendo que el maestro de Platón, Sócrates, había contravenido las leyes. Y me he quedado de piedra, patidifuso. Y, a renglón seguido, he concluido lo siguiente: una de tres, o Bernat Dedéu no estudió durante toda la carrera que hizo de Filosofía la vida y la obra de Sócrates o, si lo hizo, se le ha olvidado lo precipuo o importante, que no conviene olvidar, o sus profesores lo que le enseñaron de él se lo enseñaron mal, pero rematadamente mal. Si no ha leído la “Apología de Sócrates” (de Prada, por lo que luego comentó, demostró que sí hizo tal cosa y recuerda lo principal), le recomiendo encarecidamente a Dedéu su lectura. Podrá enterarse, si lee la versión de Platón, uno de sus discípulos o seguidores, que Sócrates prefirió morir en una ejecución injusta a violar las leyes de Atenas, a las que había prometido obediencia.

En mis cincuenta y cinco años de existencia he aprendido algunas cosas, entre ellas, esta: que el ignorante puede perjudicar mucho a quien sigue sus indicaciones, habiendo dado por supuesto que son ciertas, exactas; pero aún daña más el mentiroso empedernido, que, echando mano de añagazas o subterfugios, pretende hacer que los demás comulguen con él y sus sofismas, auténticas o metafóricas ruedas de aceña.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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