El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCCX)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCCX)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Pues, aunque huelga el comentario, deseo (en la misma medida que espero) que salgas del embrollo airoso e incólume.

Te recomiendo la lectura del texto que he titulado “Sobre la coherencia y el cambio de opinión”, que te enviaré mañana y publicaré en mi bitácora al día siguiente.

Celebro que tus parroquianos (ellas y ellos), los cornagueses, lo lean y le den el valor que merece y tiene.

Los poemas de Garcilaso, Quevedo y otros excelsos poetas siguen estando donde estaban y deben, en varios volúmenes que uno puede hallar en las bibliotecas de mil pueblos, instituciones o casas. Yo solo lamento que sigan siendo poco leídos o, si lo prefieres, por pocos, muy pocos lectores.

Haz la prueba, tú que tienes cuenta en Facebook. Publica un cuento sin decir quién es su autor, Borges, Cortázar o Rulfo, o un poema de García Lorca o Guillén. Seguramente, habrá quien lo lea y lo loe, quien lo deteste por esto (o por eso o por aquello) y quien, cual asno, aunque tenga acceso a la susodicha red social, rebuzne o, tal vez, por azar o mera casualidad, haga sonar la flauta y acierte en su criterio, que se trata de la obra de un clásico, verbigracia, lo cabal o justo. “Tengo recelo del Gobierno y desconfío de los políticos; pero, como es preciso tener un gobierno, prefiero que sea democrático” adujo el premio Nobel de Literatura Bertrand Russell. Si en lo que tiene que ver con la Política soy un demócrata convencido, en lo tocante a la Cultura no lo soy. Soy más bien un liberal, y, si me propongo ser aún más sincero, que me lo propongo, (aña)diré lo que puede ser y sonar a la reoca, que soy un libertario, un ácrata.

Acarreas contigo o escondes (no sé dónde, pero lo portas o porteas, sin duda) a un filósofo en toda la regla.

Como sostenía, grosso modo, Karl R. Popper, la verdad tiene carácter interino, o sea, es provisional; dura mientras no nos brote o surja a nosotros o haya quien nos haga ver otra verdad más verdadera, que venga, precisamente, a echar de su estrado o pedestal a la anterior verdad y, por tanto, acceda a sentarse (acaso de modo duradero o interino también) en la cátedra que ocupaba, su sitial.

Cuando me hallo entre intelectuales, así llamo a quienes suelen leer e interpretar correctamente cien páginas a diario, lo suelo explicar así, intentando llegarle a la suela del zapato a José Ortega y Gasset, a quien le gustaba hacerlo (y lo conseguía), echando mano con inconcusa (y conclusa) maestría, de ciertos tropos, con otras metáforas: a ratos, me veo como el comensal que ha pedido de primero, segundo y postre el mismo plato, la verdad, pero, al acabar, se da cuenta de que sobre la prenda de vestir que lleva puesta obran algunas sobras, migajas de evidentes mentiras, de las que no ha llegado a deshacerse, a eliminar del todo.

Como seres sociales que somos, mediante la interacción, los humanos aprendemos unos de otros y otros de unos, somos profesores y alumnos sin solución de continuidad. Ay, qué pésimo maestro es el profesor que no reconoce la verdad, que ha aprendido (y no poco, sino mucho) de sus propios alumnos.

Creo que ambos ofrecemos dicho grano de arena (y, a veces, agrego que con creces).

Uno aún confía que alguno de los textos que elaboramos goce algún día de la dicha de tener como lector al editor o director que reconozca, si no nuestro talento, al menos, sí, nuestro esfuerzo.

Sácale el máximo partido a tu tiempo, que es oro, y hazte digno de los mejores resultados.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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