El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Del pimpón al brutal choque de trenes

DEL PIMPÓN AL BRUTAL CHOQUE DE TRENES

(¿CABE HALLAR UN PROFETA EN UN POETA?)

“‘La belleza es verdad y la verdad belleza’… / Esto es cuanto sabes y necesitas saber”.

John Keats (esos dos versos coronan su “Oda a una urna griega”).

Antes de ir a lo precipuo, principal o importante, antes de meterme de lleno en la materia del asunto sobre el que discursaré aquí, voy a hacer dos afirmaciones (sobre dos intuiciones) con las que el atento y desocupado lector (sea ella o él) acaso no abunde, es decir, no esté de acuerdo con el grueso de las mismas; con las que discrepe en parte o abierta y concluyentemente disienta. Una; considero que, como en todo poeta (escriba poesía o narrativa, verso o prosa, usa de manera regular las figuras o recursos literarios) cabe hallar un profeta, toda literatura, en mayor o en menor grado o medida, tiene carácter profético. Y dos; tengo para mí que la literatura que solemos llamar “de ciencia ficción”, además de serlo de evasión, por lo tanto, hecha con la clara finalidad de divertir o entretener, es, como muchos programas de televisión o cintas cinematográficas, literatura, o sea, mentira, pero con claras aspiraciones de prender, con el significado de aprehender, la verdad. Tal vez esta idea no le pertenezca de manera exclusiva a quien acaba de formularla y se la deba en todo o, al menos, en una buena parte a los literatos que ha leído y releído, entre ellos, a un escritor peruano/español, que fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 2010, Mario Vargas Llosa, de quien hace mucho tiempo leyó su ensayo “La verdad de las mentiras” (1990).

No voy a perder ni a hacerle perder a usted, lector/a, el tiempo, especulando aquí sobre qué podemos considerar verdades, sin ninguna hesitación, cuántas certezas cabe identificar y juzgar que lo son, de modo irrefutable, en ciertas novelas a las que se les suele colocar el ora aditamento, ora cuño o marbete, “de anticipación”, como “De la Tierra a la Luna”, de Verne; “1984”, de Orwell; o “Las fuentes del paraíso”, de Clarke.

Sí referiré, sin embargo, grosso modo, que esta noche he tenido un sueño raro (más bien, una pesadilla extraña). Recién acabada una partida de tenis de mesa, he interrogado esto a la fémina que me estaba dando la tabarra en la barra de un bar: “¿Ves, cansa?”; e, inopinadamente, me he dado de bruces con Carolina Bescansa en un paso superior o puente que había sobre las vías del ferrocarril y, desde allí, ambos hemos asistido, además de como testigos privilegiados, como espectadores horrorizados, al choque de dos trenes. Esta mañana he intentado hallarle una posible y aun plausible explicación al mismo. He barajado varias opciones, pero al final me he quedado con la que, si sigue usted leyendo, dilecto y desocupado lector (sea hembra o varón), podrá encontrar en el último de los parágrafos de que consta este escrito.

Puede que ayude apuntar que ayer, por la tarde, estuve hablando largo y tendido con una amiga sobre varios problemáticos asuntos políticos de difícil solución y que en nuestra charla salió a relucir la fábula de Esopo de las dos cabras, de la que, hace casi un lustro servidor trenzó una décima cuyos diez versos octosílabos decían (y siguen diciendo) así: “De dos cabras urdió Esopo / que a un mismo río bajaron / por vía opuesta. Se hallaron / frente a frente, donde un chopo / lo atravesaba. ¡Qué escopo! / Lo idéntico ambas querían, / cruzar, pero no cedían / el paso. Tanto pugnaron / que el árbol y ellas rodaron / mientras auxilio pedían”. A continuación añadí este pareado: “¿Que cuál es la moraleja? / La obstinación de ti aleja”.

Ignoro qué piensa usted de ese posible choque de trenes que algunas/os auguran que va a acaecer en Vistalegre II (que, seguramente, por arte de birlibirloque, devenga Vistatriste, si iteramos lo que airean las/os pesimistas, que no son otras/os que las/os optimistas bien informadas/os), si es que tiene su criterio o parecer ya formado al respecto. Yo soy de la siguiente opinión. Si no le han hecho ni caso a Bescansa, cofundadora de Podemos, que, harta de clamar en el desierto, de intentar persuadir, infructuosamente, a quienes, quizás ensordecidos o tal vez ensoberbecidos, no han hecho un alto en la disputa para escuchar (y, así, poder entender) sus razones, menos me lo van a hacer a mí. Ergo, paso de señalarles el peligro que corren. Y es que, como dejó escrito en letras de molde el fabulista griego mentado arriba, Esopo, en el supuesto de que Pablo Iglesias e Íñigo Errejón se estén comportando como unos inconcusos sandios, “el consejo dado a un necio es como perlas arrojadas al muladar”.

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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