El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCXCVII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCXCVII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Por teléfono y muy por encima, de manera somera, te comenté el quid que provocó que servidor trenzara la urdidura que brevemente escolias, que, por lo que refieres (en lo tocante a su contenido y a su continente, acaso tengas razón y sea como afirmas), se te hizo dura de leer.

Puedes ver en el presente escrito una amplificación o versión en prosa del poema que lo precedió o el tercer texto de mi crítica sobre ese nuevo partido emergente, Podemos, que, por lo que vengo observando y constatando, conforme trascurre el tiempo, viene incurriendo (y algunos, entre los que el menda se cuenta o suma, sonriendo irónicamente) en los mismos viejos vicios que antes cometieron otros mandamases o “mandamales” de otras formaciones políticas.

Lamento, de veras, la caída y el morrocotudo golpe que tuvo que darse ayer tu suegro para el pormenorizado parte médico (de baja) del que hace un rato nos has dado cumplida cuenta. Si basta con leerlo para sentir dolor, cuánto debió sentir el pobre tras acaecer el tamaño e inopinado golpetazo contra el suelo.

Huelga decir que es mi deseo que los médicos (ellas y/o ellos) hayan hecho lo mejor posible su trabajo y sigan por esa misma senda y, asimismo, que es mi esperanza que las enfermeras (incluyo aquí a los varones, en el supuesto de que los haya) que cuidan de sus maltrechos huesos lo hagan como si fueran los de sus propios y tullidos progenitores.

Como hacer referencia a su pronto restablecimiento acaso sea una mera entelequia, hago votos por su paulatina mejoría.

Si hubiera estado en una cárcel o campo de concentración (acaso la vida sea, mutatis mutandis, una/o) los cincuenta y cuatro años, igual te contestaba que mal o igual te respondía que bien (como ves, estoy maniqueo, porque la opción tibia del regular no la he contemplado o tomado en consideración). Lo digo porque el Premio Nobel de Literatura 2002 Imre Kertész, que ha finado sus días hoy, jueves, 31 de marzo de 2016, R. I. P., otrora confesó y dejó constancia de que “pese a la reflexión y al sentido común, no podía ignorar un deseo sordo que se había deslizado dentro de mí, vergonzosamente insensato y sin embargo tan obstinado: yo quería vivir todavía un poco más en aquel bonito campo de concentración”. Si hubiera estado solo un día, pues no sé por dónde te saldría; esa es la verdad. Me ha apetecido recordar al Segismundo calderoniano de “La vida es sueño”, pero, tras escuchar un “chitón”, que no sabría decirte, a ciencia cierta, con total seguridad, de dónde procedía, si no tienes inconveniente, dejaré la excursión literaria para otro día.

Acabo de mantener una conversación benéfica, gratificante, de casi tres horas, con dos amigos míos, Luis de Pablo Jiménez y Jesús Miguel Pascual Irazola, excompañeros de piso, de facultad y de trabajo (el primero). Entiende mi zumba (que no es la del navideño “zúmbale al pandero”): les he leído varios textos coñones.

No podían y no han faltado.

Bienvenido ha sido el mandoble de tu ironía. Espero que recibas de igual modo el remoquete de mi inminente sarcasmo. Lamento haber dado por supuesto lo que solo era mera suposición o hipótesis. Y es que servidor te hacía sabedor de que la verdad de la realidad del aquí y del ahora no siempre coincide con la verdad que subyace en lo literariamente escrito.

Espero que el feriante (sí o no —táchese lo que no proceda—) hallara allí a una fierecilla a la que tuviera que domar.

Leo el penúltimo párrafo de tu comentario (partido en dos —así, más o menos, me he sentido—) y no sé si ha sido una sola coz la que has soltado y yo he recibido en pleno rostro por el honor que creí haberte hecho o dos. Ese vacío (lo que los romanos llamaban “post coitum tristitia”) es lo que yo he sentido tras leerlo.

Espero que me llames a partir de ahora demoñuelo, que también, ciertamente, porto, porteo o acarreo. Yo te llamaré el Iván que “va de velde”. ¿Te parece?

Te saluda, aprecia, agradece tu esparcimiento (que no miento), que ha propiciado mi desahogo, abraza y encarga que le des otro, reconfortante, a tu malparado suegro

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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