El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLXXXVIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLXXXVIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

Curioso y llamativo el cambio (para ti, salto; medie, o no, el asalto a un banco —y eso que aún no he visto “Cien años de perdón”, la película escrita por Jorge Guerricaechevarría y dirigida por Daniel Calparsoro, cuya productora la anda publicitando últimamente por doquier—), sin duda. Pero, si no has echado en saco roto el subtítulo, De precavida a atrevida, te ha faltado añadir “y viceversa” (o “del derecho y del revés”).

Con la décima quería rememorar uno de los 147 preceptos délficos o máximas pitias, en concreto, el/la que aconseja o recomienda “Nada en exceso” (o “Nada en demasía”) y, además, dar a entender que en la vida conviene entreverar o mezclar momentos de atrevimiento, que no miento, con momentos de precaución, eligiendo de manera sensata, con oportunidad, los unos y los otros.

Es mi deseo y mi esperanza haber contribuido a que haya quedado desenmarañado definitivamente el enredo.

Yo había leído y oído las expresiones “más viejo/a que la pana” o “más viejo/a que la tos”, pero no la que recuerda al segundo nombre de pila de mi dilecto amigo tafallés, Quirico.

Tuve conocimiento de las dos noticias que mencionas, pero, como andaba mi mente enfrascada en otros pensamientos de más vigor, fuerza y/o arrestos, me temo que ambas pasaron para mi caletre o pesquis sin pena ni gloria, como quien oye llover.

Demos tiempo al tiempo, que es ese juez que quita y da razones, y veremos (y comprobaremos) si lo que afirmaron unos y otros dio en la diana o no.

Pues no vas desencaminado, porque algún rudimento de una obra faraónica cabe identificar e intuir, sin duda, en la décima que comentas.

Nada (ni siquiera el orgullo mal entendido, consecuencia o resultado de un exceso de estimación propia) me impide reconocer mi oceánica (las mías no son algunas simples lagunas, no) ignorancia. Ergo, a nadie extrañará lo que confieso y/o reconozco a continuación, que soy un lego en la ciencia que estudia el derecho. Lo poco que sé de dicho ámbito o materia lo he aprendido en los mass media, tras haberlo escuchado y visto atentamente en algunas películas y ciertos programas de las teles y/o leído previamente en las páginas de las revistas, los periódicos y los libros (de papel y digitales).

Está claro, cristalino, que algunas/os representantes políticas/os han (acud)ido una o dos veces a lo largo de su vida a los comedores sociales para hacerse la foto y quedar bien ante las opiniones pública y publicada. Asimismo, es evidente que en nuestra sociedad hay infinidad de tareas o mucho trabajo social que llevar a cabo. Acaso convendría que, entre las/os muchas/os presas/os que hay en las cárceles patrias, siempre que estas/os accedieran a ello, por supuesto, y, a cambio de una rebaja evidente de la condena que les fue impuesta, se seleccionara a un extenso grupo de candidatas/os que vinieran a cubrir las necesidades perentorias que, por unas u otras razones (casi siempre, por falta de presupuesto), no se completan actual y adecuadamente.

Si no recuerdo mal, que puede, a Lola Flores le fue condonada o perdonada parte de una deuda fiscal que había contraído con Hacienda. Un trabajo social, en beneficio de la comunidad, a cambio, en mi modesto parecer, hubiera venido de perlas. Y, como en este, en otros procedimientos judiciales en los que las personas penadas no hubieran cometido delitos de sangre, verbigracia, se podría seguir el mismo criterio, siempre que no haya otro más oportuno, útil o que lo mejore.

El protagonista de mi décima fingida (a veces, no siempre, el poeta es un fingidor, desde que así lo sentenciara Fernando Pessoa, padre de un sinfín de heterónimos) es un seudónimo de servidor, Egomet, o sea, yo mismo (en griego), que he hecho el esfuerzo de ponerme en la piel de un empresario que, con la crisis, lo ha perdido todo y, como el hambre aprieta, ha (acud)ido a un comedor social a atenuar o mitigar sus ganas de comer.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
[email protected]

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

Lo más leído