El blog de Otramotro

Ángel Sáez García

Epístola a Jesús, un epígono de Otramotro (CCLXXXIII)

EPÍSTOLA A JESÚS, UN EPÍGONO DE OTRAMOTRO (CCLXXXIII)

Dilecto Jesús (ese que yo sé), epígono de este aprendiz de ruiseñor:

He acudido a san Google para enterarme más extensa o prolijamente de cuanto me acabas de comentar. Ignoraba (admito que soy un ignorante sin solución, dada mi edad, en infinidad de ámbitos o campos del saber —apenas sé un poco de lengua y literatura española—; no es ningún menoscabo para mi escasa reputación o poco prestigio reconocerlo, pues, como adujo Albert Einstein, “todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”) de que existiera un cantante francés con dichos nombre y primer apellido y que en su repertorio cupiera hallar una canción cuya letra te recordara parte de las que aparecen en mi poema.

No sé si la habrá mejor. No he probado (ni tengo la intención de probar) las drogas que hay quien dice (quien cuenta, quien rumorea) que te transportan a solo sabe Dios dónde.

Ya sabes cuál es mi deseo, que todo os salga a pedir de boca. Ya te he hablado varias veces de los numerosos inconvenientes que lleva aparejada y he advertido (los he vislumbrado confusamente, debido a la distancia) en la procrastinación.

Como me conoces (y, en plata, debido al cordón que nos une a ambos, ponderas en demasía, seguramente, más de lo que merezco, sobre todo, cuando usas la expresión, a todas luces hiperbólica, exagerada, de “una respuesta de sobresaliente para arriba”, pues esta —reconoce que te has pasado— solo puede ser acreedora de la nota máxima y aun de la matrícula de honor), ya sabes por dónde voy a salir, por la interrogación que don Miguel de Unamuno y Jugo adjudicó o puso en boca de su personaje Federico Cuadrado en “Abel Sánchez”: “¿Contra quién va ese elogio?”.

Podría decirte que el impulso para trenzar la décima que comentas está, sin ninguna duda, en haber leído la novela “No es país para viejos”, escrita por Cormac McCarthy en 2005 o, en su defecto, en haber visto y escuchado la película de igual título, cuyo guion está basado en la anterior, escrita y dirigida por los hermanos Coen (Joel y Ethan) en 2007. El personaje del asesino a sueldo Anton Chigurh, contratado para recuperar el maletín con los dos millones de dólares, papel que interpreta más que fríamente, de modo gélido, Javier Bardem, busca la razón de que el candidato o la candidata, el semejante o bicho viviente que se dispone a matar, ya que, al toparse con él, ha adquirido todas las papeletas para morir, se juegue la vida al azar de una moneda que él va a lanzar al aire, a cara o cruz.

Podría decirte que la espuela definitiva para urdir la espinela, además de la anterior, cabe hallarla, de modo inequívoco, en otra novela (esta, escrita por Nelle Harper Lee, por cierto, recientemente finada, en 1960) u otra película (escrita por Horton Foote y dirigida por Robert Mulligan en 1962) que comparten, asimismo, título, “Matar (a) un ruiseñor”.

Podría decirte que la razón última del poema radica o está en mi idea o tesis de que, en principio, en teoría (luego, en el supuesto de que se diera el caso, ya vería cómo me comportaba), yo solo sería capaz de matar a otra persona en el solo caso de que corriera peligro mi existencia, o sea, en situación de legítima defensa, porque me parece propio de un tonto (él o ella) “de remate” (locución adverbial coloquial que viene a hacer más patente aún, a intensificar o cuantificar todavía más la necedad del sandio) acabar con la vida de otra persona.

Entiendo tus objeciones a que use el término “tonto”, que conste. Hay quienes consideran que es más peligroso un tonto que un malvado. Y hasta quien llega a sostener, caso de Anatole France, que prefiere un malvado a un tonto, porque los malvados descansan.

Ciertamente, esa pregunta (“¿te queda mucho para terminar?”) le debió hacer mucha pupa (más moral que física) a tu compañera. Al menos, la profesora advirtió su metedura de pata y se disculpó. Son legión los (incluye a las) que no lo hacen.

Te saluda, aprecia, agradece y abraza

Ángel Sáez García
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Ángel Sáez García

Ángel Sáez García (Tudela, 30 de marzo de 1962), comenzó a estudiar Medicina, pero terminó licenciándose en Filosofía y Letras (Filología Hispánica), por la Universidad de Zaragoza.

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